“Este es el problema, la falta de diálogo y que no se escucha”
Hoy
la capacidad para comunicar con todo el mundo es enorme gracias a la
tecnología, entretanto el problema muchas veces es comunicar entre nosotros, en
la familia o entre los amigos.
Lo dijo el santo padre Francisco en su visita
realizada este domingo 13 de marzo en la parroquia Santa Magdalena, situada en
Ottavia, zona periférica de Roma, durante la conversación que tuvo con los
niños y con los jóvenes.
Respondiendo a una chica que le preguntó al Papa sobre
el modo de comunicar hoy, con tanta tecnología, Francisco señaló: “Es bello
esto, porque hoy nosotros podemos comunicar con todas partes”, si bien precisó
que “falta el diálogo” y les invitó a pensar en esto.
“Cierren los ojos, imagínense esto: en la mesa, mamá,
papá, yo, mi hermano, mi hermana, cada uno de nosotros con su propio teléfono
móvil, hablando…. Todos hablan afuera, pero entre ellos no se hablan. ¿Todos
comunican, verdad?, sí, a través del móvil, pero no dialogan. Este es el
problema”.
Y repitió: “Este es el problema, la falta de diálogo y
que no se escucha”.
El Papa les contó así que el día anterior había tenido
una reunión con un grupo de unas 400 voluntarios que pertenecen a la asociación
“Telefono Amico” (Teléfono amigo). Les
explicó que ellos están siempre dispuestos a escuchar: “si estás triste, si te
sientes deprimido o tienes un problema o una duda, es posible llamar porque
allí hay siempre una persona dispuesta a escuchar”.
Porque, reiteró “escuchar es el primer paso del
diálogo” y señaló: “Una de las enfermedades más feas de nuestro tiempo creo sea
la poca capacidad de escuchar”.
Hablo con el móvil pero no escucho a quien tengo
cerca, no dialogo, “se está en comunicación con otro, pero quizás no es comunicación
verdadera, no es diálogo: yo digo una cosa, tú dices otra, pero todo virtual.
Tenemos que llegar al diálogo concreto”.
¿Y cómo se inicia a dialogar? “con el
oído, desbloqueando los oídos”.
Francisco dio otro ejemplo: “si voy a visitar a un
enfermo y me pongo a hablar: “No te preocupes, te curarás rápido, blablablabla…, ciao que Dios te bendiga…”. El pobre enfermo se
queda un poco así… ¡Él tenía necesidad de ser escuchado! Cuando se visita a un
enfermo “es mejor quedarse callado, darle un beso, acariciarlo, hacerle una
pregunta: ¿Cómo estás?, y dejarlo hablar”.
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