Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

viernes, 29 de marzo de 2013

LEMA Y ESCUDO DEL PAPA FRANCISCO



El lema escogido por el Papa Francisco para el Escudo Papal es «Miserando atque eligendo» ("Lo miró con misericordia y lo eligió"). Está tomado de las homilías de San Beda el Venerable,(Hom. 21, CCL; 122,149-151) el cual, comentando el evangelio de Mateo, escribió «Vidit ergo lesus publicanum et quia miserando atque eligendo vidit, ait illi Sequere me» (Vio Jesús a un publicano y como le miró con sentimientos de amor, lo eligió y le dijo: sígueme).

En los trazos esenciales el Papa Francisco ha decidido conservar el mismo emblema que mantuvo desde su consagración episcopal, particularmente caracterizado por la sencillez. El escudo azul aparece coronado por los símbolos de la dignidad pontificia y la mitra colocada al centro y en alto las llaves de plata y oro entrecruzadas y unidas en la parte baja de la imagen con un cordón rojo.
En la parte alta del escudo se encuentra el emblema de la Compañía de Jesús a la que pertenece: un sol radiante amarillo con las letras en rojo «IHS» (Jesús, Hombre y Salvador).
Sobre la letra H se encuentra una cruz, en punta, y debajo de las letras IHS, y dentro del sol radiante, tres clavos en negro.
En la parte baja del escudo, a su derecha, se encuentra una estrella y la flor de nardo. La estrella simboliza a la Virgen María, madre de Cristo y de la Iglesia, y la flor de nardo a San José, patrón de la Iglesia Universal.



miércoles, 27 de marzo de 2013

Hoy, en "LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO"...

 

SUS PRIMERAS PALABRAS DESDE EL BALCÓN DE SAN PEDRO.

Las primeras palabras del nuevo Papa: "Hermanos y hermanas, buenas tardes, como sabéis el deber del Cónclave era dar un obispo a Roma, y mis hermanos cardenales se han ido a cogerlo casi al fin del mundo. Y aquí estoy. Les agradezco la acogida, lo primero de todo quiero hacer una oración para nuestro Papa Emérito Benedicto XVI, rezémos todos juntos por él, para que el Señor le bendiga y la Virgen le cuide". Después de rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Continuó diciendo: "Comenzamos este camino, obispo y pueblo, este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside la caridad de la Iglesia, un camino de fraternidad, de amor, de fidelidad entre nosotros. Recemos siempre por nosotros, el uno por el otro, recemos por todo el mundo, para que sea una gran fraternidad. Y deseo que este camino de Iglesia que hoy comenzamos, en el que me ayudará mi Cardenal Vicario, aquí presente, sea fructífero para la evangelización".
Antes de la bendición 'urbi et orbe': "Quiero pediros un favor, antes de que el obispo bendiga al pueblo, les pido que oren al Señor que me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo una bendición por su obispo; Y hacemos esta oración en silencio. "Ahora daros la bendición a vosotros y al mundo entero, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad"
 
Y por ultimo, se despide diciendo: "Hermanos y hermanas, os dejo. Gracias por tanta hospitalidad. Rogád por mí y hasta pronto. Mañana me voy a rezar a María para que guarde Roma. Buenas noches y buen descanso". (13-03-13)

 
 
 
 
 
 
 


Hoy, en "LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO"...


 
 
SUS PRIMERAS PALABRAS AL SER ELEGIDO PAPA.

"Soy un gran pecador. Confiando en la misericordia y en la paciencia de Dios, en el sufrimiento, acepto", fue la declaración del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, tras ser elegido el 13 de marzo en la solemnidad de la Capilla Sixtina como papa número 266 de la historia.
Palabras que fueron reveladas con permiso del Papa por el cardenal italiano Angelo Comastri, quien participó en el cónclave, en un documental de 50 minutos producido por el Centro Televisivo del Vaticano (CTV).

martes, 26 de marzo de 2013

LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO

 
Dentro de nuestro blog vamos a dedicar un apartado que hemos bautizado como: "La voz del Papa Francisco" desde donde os haremos llegar todos los mensajes que El Papa nos transmite desde la humildad y el amor a Dios.

martes, 5 de marzo de 2013

A la Pascua a través de la Cuaresma

La Pascua es la conmemoración anual que las iglesias cristianas hacen del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Para celebrar el "aniversario" de estos acontecimientos salvadores, cada año, en la fecha apropiada (el domingo después de la primera luna llena de primavera), los cristianos conmemoramos la Resurrección de Cristo (la Pascua).
Esta conmemoración se prepara con los cuarenta días de cuaresma y se celebra resiguiendo los pasos de Jesús hacia el Calvario.
Comenzamos el Domingo de Ramos haciendo memoria de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. El Jueves Santo recordamos la última cena de Jesús con los apóstoles donde se instituyó el sacramento de la Eucaristía. El viernes conmemoramos la pasión y muerte del Señor en la Cruz.

Finalmente, el Sábado Santo, lo pasamos esperando cerca del sepulcro de Cristo su resurrección que celebramos jubilosamente aquella noche en la Vigilia Pascual, que abre las grandes celebraciones del Santo día de Pascua, que se alargan durante 50 días hasta Pentecostés, la fiesta de la llegada del Espíritu Santo.

La Vigilia Pascual (noche del sábado al domingo) es la celebración más solemne e importante de todo el año litúrgico cristiano. Aquella noche, pasada en vela, se bendice el Fuego nuevo y el Cirio Pascual, se canta el Anuncio de la Pascua, se leen las lecturas del Antiguo Testamento que nos narran la historia de la Salvación, sobre todo la primera pascua, la pascua judía que se sucede con la salida de los hebreos esclavos de Egipto y su éxodo hacia la Tierra Prometida, después de pasar el Mar Rojo.

Las lecturas bíblicas finalizan con la solemne proclamación del Evangelio de la resurrección, precedida por el retorno del canto del Aleluya. Después se bendicen las fuentes bautismales, se bautizan a aquellas personas que se han preparado para ello y todos renovamos las promesas de nuestro propio bautismo. Finalmente se celebra la Eucaristía Pascual, Eucaristía que repetimos cada domingo, y sobre todo los domingos de Pascua, para revivir la Resurrección de Cristo, el centro de la fe Cristiana.
 

La Conversión Cuaresmal


Estamos iniciando el Santo Tiempo de Cuaresma, camino de preparación espiritual para la celebración de la fiesta central de todo el Año Litúrgico: la Pascua,  en la cual conmemoramos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo Nuestro Señor.
La Cuaresma es, antes que nada, un tiempo de conversión a Cristo para crecer en verdad y en autenticidad de fe y para fortalecer nuestra coherencia entre lo que decimos y lo que vivimos. La conversión cuaresmal no exige entrar en nuestro interior para descubrirnos frente a la mirada de Dios que nos ve desde dentro y sabe nuestras luchas, proyectos, debilidades y pecados; la Cuaresma supone ciertamente un cambio de mentalidad, pero que no se reduce sólo a cambiar nuestros pensamientos, sino a revisar con valentía la forma de vida que llevamos y los criterios que nos mueve en nuestra decisiones; y así, ayudados por la fuerza del Espíritu Santo, iniciamos un cambio nuevo.

El gran reto en nuestra vocación de creyente es lograr vivir una conducta en conformidad a la voluntad del Padre.

Se convierte, quien llega a decisiones que se hace concretamente en las exigencias de la vida diaria, quien tiene la sabiduría y la valentía de ir a lo más importante, a lo que es como el centro del que se deriva luego las actitudes que nos definen como cristianos.

No es que sólo debamos convertirnos durante la Cuaresma; la verdad es que la conversión es el camino que debe seguir siempre el discípulo en el seguimiento de Jesús; este es un empeño que abarca toda la vida. Pero, durante la Cuaresma se intensifica los recursos que la Iglesia nos ofrece para ser fieles en el camino de la fe.

Las prácticas propias de la Cuaresma, como la oración, el ayuno y la limosna, son recursos que nos ayudan a purificarnos y a hacer el silencio interior que nos permite ir al encuentro de Jesucristo vivo. En las prácticas cuaresmales, frecuentes en algunas de nuestras tradiciones, hay el riesgo de quedarnos sólo en lo exterior, en la superficie, sin calar en profundidad.

Hay quien pone todo su esfuerzo sólo en algunas privaciones llamadas “penitencias cuaresmales”, pero la mortificación cristiana no cumple su finalidad si quedara solamente en el sufrimiento por el sufrimiento, y si no nos conduce al descubrimiento de Cristo y a la práctica de la caridad fraterna. Recordemos la enseñanza paulina:
“Aunque repartieran todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha” (I Cor. 13, 3).

Tomemos conciencia de nuestra condición de hombres frágiles y necesitados siempre de conversión. Aprovechemos la oportunidad de esta Cuaresma que nos prepara a las festividades pascuales, anuncio del triunfo de Cristo Resucitado.