Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

domingo, 30 de abril de 2017

HOY ES UN BUEN DÍA PARA...PROFUNDIZAR EN LA PALABRA

¿NO ARDÍA NUESTRO CORAZÓN CUANDO NOS EXPLICABA LAS ESCRITURAS?

En este tercer domingo de Pascua el evangelio nos recuerda la historia de dos discípulos que no veían más allá de lo que simplemente se ve.

Los de Emaús al principio no entendieron nada. Hasta que pasaron de ver con la vista a mirar con el corazón. Entonces comprendieron el Amor de Dios.

Y así ardía su corazón en contacto con las Escrituras explicadas por Jesús. En la oración de hoy dejemos que Jesús nos explique las Escrituras para que también arda nuestro corazón.


Feliz día del SEÑOR.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: RUEDA DE PRENSA DURANTE EL VUELO

El Papa pide que se negocie en el caso de Corea
En el vuelo de regreso de El Cairo
En El Vuelo De Regreso De El Cairo
El papa Francisco concedió una conferencia de prensa a los periodistas durante el vuelo de regreso desde El Cairo a Roma, tras el viaje apostólico de dos días en Egipto.
“Les agradezco estas 27 horas de tanto trabajo” dijo dirigiéndose a los periodistas que se encontraban en el avión.
Preguntaron al Papa  sobre el encuentro que tuvo con el presidente de Egipto, Al-Sisi, señaló que cuando se tiene un encuentro privado y queda privado, a no ser que juntos se decida hacerlo público. Y confió que “he escuchado yendo a tal país apoya a tal gobierno. Cada gobierno tiene sus debilidades. 
Yo no me entrometo, hablo de los valores. Cada uno por su parte juzgue”. Y sobre el caso del universitario italiano asesinado, Giulio Regeni, dijo que la diplomacia de la Santa Sede se ha movido pero no podia revelar los particulares.
Preguntado sobre los populismos demagógicos en Europa, el papa indicó que “he tenido que aprender nuevamente el significado que la palabra ‘populismo’ tiene en Europa, porque en América Latina tiene otro significado. Existe este problema en Europa y en la Unión Europea, y no repetiré lo que dije. He hablado cuatro veces” sobre este tema.
Señaló que “cada país es libre de decidir lo que cree conveniente y sobre esto no puedo juzgar”, porque no conoce las políticas internas. 
Reconoció que “Europa corre el riesgo de disolverse”. Indicó que “hay un tema que asusta y quizás alimenta estos fenómenos y es el problema de la inmigración. Pero no olvidemos que Europa fue hecha por migrantes, durante siglos y siglos. Es un problema que hay que estudiarlo bien, respetando las opiniones, en una discusión política con la ‘P’ mayúscula”. Recordó que una vez cuando saludaba a la gente un señor le invitó a hacer un partido para los católicos. “Pero este señor vive aún en el siglo pasado”, dijo.
Preguntado sobre las relaciones con los ortodoxos rusos, los coptos y el bautismo común, el Papa recordó las buenas relaciones que tenía en Argentina con ellos.
Con los ortodoxos: “somos Iglesias hermanas”. Señaló su gran amistad con el papa copto Tawadros II, “un gran patriarca”. Precisó que “la unidad del bautismo va hacia adelante, y el origen de la discrepancia fue un motivo histórico”. Y que “estamos en buen camino para superar esto”. Añadió que “los ortodoxos rusos reconocen nuestro bautismo y yo reconozco el suyo”.
Señaló además que “el patriarca Elias II es un hombre de Dios”, que en este viaje “estaba también Bartolomé, los anglicanos… El ecumenismo se hace en camino con las obras de caridad, estando juntos”.
Citó también la buena amistad con el patriarca ruso Kirill, y con el arzobispo Hilarión. Y consideró positivo que Rusia hable de la defensa de los cristianos en Oriente Medio, porque “hoy hay más mártires que en el pasado”.
Sobre Corea de Norte y las naves militares estadounidense, “les llamo a trabajar para que resuelvan el problema en el camino de la diplomacia”. Recordó que “existen mediadores”, como “Noruega que está siempre lista para ayudar”. Esta “guerra mundial a pedazos de la cual hablo hace dos años, se amplia y se concentra en puntos que ya eran calientes”.
De los misiles coreanos “se habla desde hace un año pero ahora parece que el tema se haya calentado demasiado”. E invitó “a negociar porque es el futuro de la humanidad: hoy una guerra ampliada destruiría buena parte de la humanidad y esto es terrible”. Recordó Oriente Medio, Yemen y África. “Busquemos soluciones diplomáticas y creo que en las Naciones Unidas (ONU) tienen necesidad de retomar su liderazgo porque se ha aguado un poco”.
Preguntado sobre si quiere reunirse con el presidente Trump, dijo que “la Secretaría de Estado aún no ha informado de solicitudes, pero yo recibo a cada jefe de Estado que pide audiencia”.
Sobre la situación de Venezuela, explico que “La Santa Sede realizó una mediación por invitación de cuatro presidentes mediadores” pero reconoció que “la cosa no tuvo éxito porque las propuestas no fueron aceptadas o eran diluidas”. Indicó que “todos sabemos la difícil situación de Venezuela, un país que quiero mucho” y que están tratando de relanzar la negociación y están buscando el lugar donde celebrarla. Señaló que “la misma oposición está dividida y que el conflicto se agudiza cada día más”. Concluyó indicando que “todo lo que se puede hacer hay que hacerlo, con las debidas garantías”.
Sobre las estructuras de recepción de refugiados definidas algunos días atrás por el Papa como ‘campos de concentración’, precisó que “he hablado de países más generosos en Europa, hablando de Italia y Grecia”. Precisó que no fue un lapsus, “que hay campos de refugiados que son de concentración”. Elogió la elasticidad italiana y que en un campo de recepción al no poder abrir las puertas para hacer salir a pasear a los migrantes, dejaron un agujero que había en la pared de atrás, y que los inmigrantes “así se construyeron buenas relaciones con los habitantes de ese pueblo”.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 20:11 EL AVIÓN DEL PAPA ATERRIZA EN ROMA

Poco más de tres horas de vuelo para cubrir 2.300 km.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 16:50 EL PAPA SE DESPIDE Y PARTE HACIA ROMA

Agradeció con un telegrama la calurosa bienvenida y la hospitalidad del pueblo egipcio.
El Papa Francisco Sube Al Avión De Alitalia (Foto Archivo Osservatore © Romano)
Unos minutos antes de las cinco de la tarde, hora local, el papa Francisco llegó al Aeropuerto Internacional de El Cairo. Se realizó allí una pequeña ceremonia de despedida, en la que estuvo presente el presidente del país, Abdel-Fattah Al-Sìsi y un comité de honor.
El Santo Padre subió al Airbus A321 de Alitalia, que despegó para volver a Roma, en un viaje de 2.300 kilómetros, sobrevolando Egipto, Grecia e Italia. 
Enseguida, el Papa envió el siguiente telegrama al presidente de Egipto: “Cuando estoy dejando Egipto, deseo expresar mi gratitud a su excelencia y al amado pueblo egipcio, por su calurosa bienvenida y hospitalidad. Asegurándoles mis oraciones, invoco para que a esta nación la bendiga Dios, paz y alegría”.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 15:10 ENCUENTRO CON EL CLERO, RELIGIOSOS, RELIGIOSAS Y SEMINARISTAS

El Papa da 7 consejos de vida espiritual después de la oración en el seminario de Maadi.
Encuentro En El Seminario Durante El Viaje A Egipto
Después de la misa celebrada ayer por la mañana en el estadio de la aeronáutica militar, en El Cairo, junto a unas 25 mil personas, el papa Francisco se reunió hacia el medio día con los obispos egipcios y el séquito papal, junto a quienes almorzó. 
Poco después, a las 15:10 el Santo Padre se dirigió al seminario de Maadi, para un  encuentro de oración con el clero, los religiosos y religiosas, y los seminaristas. El Papa allí saludó a los directores del seminario y después entró en el gran campo deportivo en un vehículo abierto y circuló saludando a los fieles que le esperaban.
Se rezó el Salmo 121 y se leyó el Evangelio de San Mateo. 
El Papa recordó que “veneramos la Santa Cruz, que es signo e instrumento de nuestra salvación”. Que “quien huye de la Cruz, escapa de la resurrección”. Y que se trata, por tanto, de creer, de dar testimonio de la verdad, de sembrar y cultivar sin esperar ver la cosecha, sin nunca desanimarse, siendo luz y sal de esta sociedad.
Y dio siete consejos, para no ceder a estas tentaciones: dejarse arrastrar y no guiar; quejarse continuamente; la murmuración y de la envidia; compararse con los demás; el ‘faraonismo’, el individualismo; caminar sin rumbo y sin meta. Sabiendo que cuanto más enraizados estemos en Cristo, más vivos y fecundos seremos.
El Santo Padre al concluir la ceremonia bendijo los hábitos de los futuros sacerdotes y se renovaron las promesas de la vida consagrada.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 9:40 MISA EN EL ESTADIO ANTE 25.000 PERSONAS


Solo el "extremismo de la Caridad" es aceptado por Dios

Ayer sábado, segundo y último día del viaje apostólico del papa Francisco a El Cairo, comenzó con la Santa Misa en el Estadio de la Aeronáutica Militar, fue la jornada dedicada al encuentro con la comunidad católica que vive en Egipto.
Dentro de una estructura con forma de jaima estaba el altar. Hubo unos 25 mil fieles. Se celebró la misa solemne en rito latino, pero profundamente marcada en su liturgia por los ritos orientales, en particular por los cantos en árabe y francés, las estolas, mitras y paramentos dorados.
El Santo Padre celebró la misa en latín, hizo su homilía en italiano y sus frases fueron traducidas a medida que las leía. En la celebración, detalle no poco importante, estaban presentes también personas de otros credos.
El sucesor de Pedro inició su homilía diciendo en árabe ‘La paz esté con vosotros’ (Al Salamò Alaikum). “La experiencia de los discípulos de Emaús nos enseña –aseguró el Santo Padre– que de nada sirve llenar de gente los lugares de culto si nuestros corazones están vacíos del temor de Dios y de su presencia; de nada sirve rezar si nuestra oración que se dirige a Dios no se transforma en amor hacia el hermano; de nada sirve tanta religiosidad si no está animada al menos por igual fe y caridad”.
“Para Dios, es mejor no creer que ser un falso creyente, un hipócrita”, aseguró el Pontífice y añadió, “es la fe la que nos hace ver al otro no como a un enemigo para derrotar, sino como a un hermano para amar, servir y ayudar”.
“A Dios sólo le agrada la fe profesada con la vida, porque el único extremismo que se permite a los creyentes es el de la caridad. Cualquier otro extremismo no viene de Dios y no le agrada”.
E invitó a todos, a ejemplo de los discípulos de Emaús, a regresar a “vuestra Jerusalén, es decir, a vuestra vida cotidiana, a vuestras familias, a vuestro trabajo y a vuestra patria llenos de alegría, de valentía y de fe”. Y a no tener “miedo de amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente”. Y concluyó con otra frase en árabe: ‘Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado’. (Al Massih Kam, Bilhakika kam).

LA FRASE DEL DÍA

¿Es una fe sincera la fe que no actúa?    (Jean Racine)

sábado, 29 de abril de 2017

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE EL EVANGELIO DE HOY

El Evangelio de este domingo, que es el tercer domingo de Pascua, es el de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24, 13-35). Estos eran dos discípulos de Jesús, los cuales, tras su muerte y pasado el sábado, dejan Jerusalén y regresan, tristes y abatidos, hacia su aldea, llamada precisamente Emaús. 

A lo largo del camino Jesús resucitado se les acercó, pero ellos no lo reconocieron. Viéndoles así tristes, les ayudó primero a comprender que la pasión y la muerte del Mesías estaban previstas en el designio de Dios y anunciadas en las Sagradas Escrituras; y así vuelve a encender un fuego de esperanza en sus corazones.

Entonces, los dos discípulos percibieron una extraordinaria atracción hacia ese hombre misterioso, y lo invitaron a permanecer con ellos esa tarde. Jesús aceptó y entró con ellos en la casa. Y cuando, estando en la mesa, bendijo el pan y lo partió, ellos lo reconocieron, pero Él desapareció de su vista, dejándolos llenos de estupor. 

Tras ser iluminados por la Palabra, habían reconocido a Jesús resucitado al partir el pan, nuevo signo de su presencia. E inmediatamente sintieron la necesidad de regresar a Jerusalén, para referir a los demás discípulos esta experiencia, que habían encontrado a Jesús vivo y lo habían reconocido en ese gesto de la fracción del pan.

El camino de Emaús se convierte así en símbolo de nuestro camino de fe: las Escrituras y la Eucaristía son los elementos indispensables para el encuentro con el Señor. También nosotros llegamos a menudo a la misa dominical con nuestras preocupaciones, nuestras dificultades y desilusiones... 

La vida a veces nos hiere y nos marchamos tristes, hacia nuestro «Emaús», dando la espalda al proyecto de Dios. Nos alejamos de Dios. Pero nos acoge la Liturgia de la Palabra: Jesús nos explica las Escrituras y vuelve a encender en nuestros corazones el calor de la fe y de la esperanza, y en la Comunión nos da fuerza. Palabra de Dios, Eucaristía. 

Leer cada día un pasaje del Evangelio. Recordadlo bien: leer cada día un pasaje del Evangelio, y los domingos ir a recibir la comunión, recibir a Jesús. Así sucedió con los discípulos de Emaús: acogieron la Palabra; compartieron la fracción del pan, y, de tristes y derrotados como se sentían, pasaron a estar alegres. 

Siempre, queridos hermanos y hermanas, la Palabra de Dios y la Eucaristía nos llenan de alegría. Recordadlo bien. Cuando estés triste, toma la Palabra de Dios. Cuando estés decaído, toma la Palabra de Dios y ve a la misa del domingo a recibir la comunión, a participar del misterio de Jesús. Palabra de Dios, Eucaristía: nos llenan de alegría.


Por intercesión de María santísima, recemos a fin de que cada cristiano, reviviendo la experiencia de los discípulos de Emaús, especialmente en la misa dominical, redescubra la gracia del encuentro transformador con el Señor, con el Señor resucitado, que está siempre con nosotros. Siempre hay una Palabra de Dios que nos da la orientación después de nuestras dispersiones; y a través de nuestros cansancios y decepciones hay siempre un Pan partido que nos hace ir adelante en el camino.

Plaza de San Pedro, III domingo de Pascual, 4 de mayo de 2.014


LECTURAS DE LA MISA DEL DOMINGO 30 DE ABRIL DE 2017


Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,14.22-33):


El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:
«Judíos y vecinos todos de Jerusalén, enteraos bien y escuchad atentamente mis palabras.
A Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio, pues David dice, refiriéndose a él:
“Veía siempre al Señor delante de mí,
pues está a mi derecha para que no vacile.
Por eso se me alegró el corazón,
exultó mi lengua,
y hasta mi carne descansará esperanzada.
Porque no me abandonarás en el lugar de los muertos,
ni dejarás que tu Santo experimente corrupción.
Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro”.
Hermanos, permitidme hablaros con franqueza: el patriarca David murió y lo enterraron, y su sepulcro está entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios “le había jurado con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo”, previéndolo, habló de la resurrección del Mesías cuando dijo que “no lo abandonará en el lugar de los muertos” y que “su carne no experimentará corrupción”. A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo».



Palabra de Dios

Salmo

Salmo 15,1-2.5.7-8.9-10.11


R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida



Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano. R/.



Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R/.



Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos,
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción. R/.



Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1,17-21):


Queridos hermanos:
Puesto que podéis llamar Padre al que juzga imparcialmente según las obras de cada uno, comportaos con temor durante el tiempo de vuestra peregrinación, pues ya sabéis que fuisteis liberados de vuestra conducta inútil, heredada de vuestros padres, pero no con algo corruptible, con oro o plata, sino con una sangre preciosa, como la de un cordero sin defecto y sin mancha, Cristo, previsto ya antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos por vosotros, que, por medio de él, creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, de manera que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.



Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Lucas (24,13-35), del domingo, 30 de abril de 2017
96

Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):



Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.



Palabra del Señor

HOY ES UN BUEN DÍA PARA....SER HUMILDES

MANSO Y HUMILDE
  
Jesús es el Maestro, maestro de nuestra vida en todo y el mayor pedagogo de la Historia. Es el que nos enseña, el que nos educa.

Y en el evangelio de hoy nos dice que aprendamos de Él una cosa. No nos dijo que aprendamos a hacer milagros, ni a andar sobre el mar.

Nos dijo que aprendiésemos a ser mansos y humildes, virtudes que no son muy comunes. Y eso es lo que debemos ser para parecernos cada vez más a Él.

Que tengan un buen sábado.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 19:30 EL PAPA Y TAWADROS II REZAN EN LA IGLESIA DEL ATENTADO DEL ISIS

Una procesión y plegaria para recordar a estos mártires cristianos
El santo padre Francisco y el papa copto ortodoxo Tawadros II, antes de concluir el encuentro que tuvieron en la sede del patriarcado, se dirigieron en procesión junto a los cardenales que acompañaban al Papa y a los sacerdotes coptos y católicos, hacia iglesia de San Pedro, ubicada a unos cien metros, objeto de un atentado terrorista del ISIS.
El domingo 11 de diciembre de 2016, una bomba causó la muerte de al menos 29 cristianos y más de 30 heridos, mayoritariamente mujeres y niños, en una capilla de la Catedral ortodoxa copta de San Marcos.
Así en este viernes, primer día del viaje del papa Francisco a Egipto, concluyó sus empeños oficiales con esta oración recordando a los mártires que unen a los cristianos. Se leyó el Evangelio de Mateo: Bienaventurados los que trabajan por la paz. Ambos hicieron sendas oraciones, se rezó el Padre Nuestro y se intercambió el saludo de la paz. La ceremonia concluyó con la colocación de una corona de flores y el acto de encender un cirio.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 18:10 ENCUENTRO DEL PAPA CON EL PAPA ORTODOXO TAWADROS II


Texto completo del Pontífice a los ortodoxos coptos

El santo padre Francisco llegó al patriarcado copto ortodoxo, situado en el viejo El Cairo cristiano, parte del edificio de la catedral dedicada a San Marcos. Allí se perpetró un grave atentado el 11 de diciembre de 2016.
Le esperaba Tawadros II, papa de la Iglesia copta ortodoxa y patriarca de Alejandría de Egipto, de toda África y de la Santa Sede de San Marco.
Después de un primer abrazo y de la presentación de las delegaciones, ambos se reunieron en la oficina de Tawadros II en un encuentro privado. Concluido el mismo ambos hicieron un discurso y le siguió un intercambio de regalos.
Francisco regaló un Icono de la “Madre de Dios de la Ternura”, copia fiel de esta obra en Tolga, que recuerda su milagros descubrimiento en las orillas del río Volga. Tawadros II le regaló un crucifijo característico y una imagen de bronce de San Francisco de Asís.
El encuentro finalizó con la firma de un documento común.

Discurso del papa Francisco
El Señor ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. [Al Massih kam, bilhakika kam!]

Santidad, querido Hermano:
Hace poco que ha concluido la gran Solemnidad de la Pascua, centro de la vida cristiana, que este año hemos tenido la gracia de celebrar en el mismo día. Así hemos proclamado al unísono el anuncio de la Resurrección, viviendo de nuevo, en un cierto sentido, la experiencia de los primeros discípulos, que en ese día «se llenaron de alegría al ver al Señor» (Jn 20,20). Esta alegría pascual se ha incrementado hoy por el don que se nos ha concedido de adorar juntos al Resucitado en la oración y de darnos nuevamente, en su nombre, el beso santo y el abrazo de paz.

Esto me llena de alegría: llegando aquí como peregrino, estaba seguro de recibir la bendición de un Hermano que me esperaba. Era grande el deseo de encontrarnos otra vez: mantengo muy vivo el recuerdo de la visita que Vuestra Santidad realizó a Roma, poco después de mi elección, el 10 de mayo de 2013, una fecha que se ha convertido felizmente en la oportunidad para celebrar cada año la Jornada de Amistad copto-católica.
Con la alegría de continuar fraternalmente nuestro camino ecuménico, deseo recordar ante todo ese momento crucial que supuso en las relaciones entre la sede de Pedro y la de Marcos la Declaración Común, firmada por nuestros Predecesores hace más de cuarenta años, el 10 de mayo de 1973.
En ese día, después de «siglos de una historia complicada», en los que «se han manifestado diferencias teológicas, fomentadas y acentuadas por factores de carácter no teológico» y por una creciente desconfianza en las relaciones, con la ayuda de Dios hemos llegado a reconocer juntos que Cristo es «Dios perfecto en su Divinidad y hombre perfecto en su humanidad» (Declaración Común firmada por el Santo Padre Pablo VI y por Su Santidad Amba Shenouda III, 10 mayo 1973).
Pero no menos importantes y actuales son las palabras que la precedían inmediatamente, con las que hemos reconocido a «Nuestro Señor y Dios y Salvador y Rey de todos nosotros, Jesucristo». Con estas expresiones la sede de Marcos y la de Pedro han proclamado la señoría de Jesús: juntos hemos confesado que pertenecemos a Jesús y que él es nuestro todo.
Aún más, hemos comprendido que, siendo suyos, no podemos seguir pensando en ir adelante cada uno por su camino, porque traicionaríamos su voluntad: que los suyos sean «todos uno para que el mundo crea» (Jn 17,21).
Delante del Señor, que quiere que seamos «perfectos en la unidad» (v. 23) no es posible escondernos más detrás de los pretextos de divergencias interpretativas ni tampoco detrás de siglos de historia y de tradiciones que nos han convertido en extraños. Como dijo aquí Su Santidad Juan Pablo II: «A este respecto no hay tiempo que perder. Nuestra comunión en el único Señor Jesucristo, en el único Espíritu Santo y en el único bautismo, ya representa una realidad profunda y fundamental» (Discurso durante el encuentro ecuménico, 25 febrero 2000).
En este sentido, no sólo existe un ecumenismo realizado con gestos, palabras y esfuerzo, sino también una comunión ya efectiva, que crece cada día en la relación viva con el Señor Jesús, se fundamenta en la fe profesada y se basa realmente en nuestro Bautismo, en el ser «criaturas nuevas» en él (cf. 2 Co 5,17): en definitiva, «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo» (Ef 4,5).
De aquí tenemos que comenzar siempre, para apresurar el día tan esperado en el que estaremos en comunión plena y visible junto al altar del Señor.
En este camino apasionante, que –como la vida– no es siempre fácil ni lineal, pero que el Señor nos exhorta a seguir recorriendo, no estamos solos. Nos acompaña una multitud de Santos y Mártires que, ya plenamente unidos, nos animan a que seamos aquí en la tierra una imagen viviente de la «Jerusalén celeste» (Ga 4,26).
Entre ellos, seguro que los que hoy se alegran de manera especial de nuestro encuentro son los santos Pedro y Marcos. Es grande el vínculo que los une. Basta pensar en el hecho de que san Marcos puso en el centro de su Evangelio la profesión de fe de Pedro: «Tu eres el Cristo». Fue la respuesta a la pregunta, siempre actual, de Jesús: «Y vosotros,¿quién decís que soy?» (Mc 8,29).
También hoy hay mucha gente que no sabe dar una respuesta a esta pregunta; faltan incluso personas que la propongan y sobre todo quien ofrezca como respuesta la alegría de conocer a Jesús, la misma alegría con la que tenemos la gracia de confesarlo juntos. Estamos llamados a testimoniarlo juntos, a llevar al mundo nuestra fe, sobre todo, como es proprio de la fe: viviéndola, porque la presencia de Jesús se transmite con la vida y habla el lenguaje del amor gratuito y concreto.
Coptos ortodoxos y Católicos podemos hablar cada vez más esta lengua común de la caridad: antes de comenzar un proyecto para hacer el bien, sería hermoso preguntarnos si podemos hacerlo con nuestros hermanos y hermanas que comparten la fe en Jesús. Así, edificando la comunión con el testimonio vivido en lo concreto de la vida cotidiana, el Espíritu no dejará de abrir caminos providenciales e inimaginables de unidad.
Con este espíritu apostólico constructivo, Vuestra Santidad sigue brindando una atención genuina y fraterna a la Iglesia copta católica: una cercanía que agradezco tanto y que se ha concretado en la creación del Consejo Nacional de las Iglesias Cristianas, para que los creyentes en Jesús puedan actuar siempre más unidos, en beneficio de toda la sociedad egipcia.
Además, he apreciado mucho la generosa hospitalidad con la que acogió el XIII Encuentro de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia Católica y las Iglesias Ortodoxas Orientales, que tuvo lugar aquí el año pasado siguiendo vuestra invitación. Es un bonito signo que el encuentro siguiente se haya celebrado en Roma, como queriendo señalar una continuidad particular entre la sede de Marcos y la de Pedro.
En la Sagrada Escritura, Pedro corresponde en cierto modo al afecto de Marcos llamándolo «mi hijo» (1 P 5,13). Pero los vínculos fraternos del Evangelista y su actividad apostólica se extienden también a san Pablo el cual, antes de morir mártir en Roma, habla de lo útil que es Marcos para el ministerio (cf. 2 Tm 4,11) y lo menciona varias veces (cf. Flm 24; Col 4, 10).
Caridad fraterna y comunión de misión: estos son los mensajes que la Palabra divina y nuestros orígenes nos transmiten. Son las semillas evangélicas que con alegría seguimos cultivando y juntos, con la ayuda de Dios, procuramos que crezcan (cf. 1 Co 3,6-7).
Nuestro camino ecuménico crece de manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo de la sangre. San Juan escribe que Jesús vino «con agua y sangre» (1 Jn 5,6); quien cree en él, «vence al mundo» (1 Jn 5,5). Con agua y sangre: viviendo una vida nueva en nuestro mismo Bautismo, una vida de amor, siempre y por todos, también a costa de derramar la sangre.
Cuántos mártires en esta tierra, desde los primeros siglos del Cristianismo, han vivido la fe de manera heroica y hasta el final, prefiriendo derramar su sangre antes que renegar del Señor y ceder a las lisonjas del mal o a la tentación de responder al mal con el mal.
Así lo testimonia el venerable Martirologio de la Iglesia Copta. Aun recientemente, por desgracia, la sangre inocente de fieles indefensos ha sido derramada cruelmente: su sangre inocente nos une.
Querido Hermano, igual que la Jerusalén celeste es una, así también nuestro martirologio es uno, y vuestros sufrimientos son también nuestros sufrimientos. Fortalecidos por vuestro testimonio, esforcémonos en oponernos a la violencia predicando y sembrando el bien, haciendo crecer la concordia y manteniendo la unidad, rezando para que los muchos sacrificios abran el camino a un futuro de comunión plena entre nosotros y de paz para todos.
La maravillosa historia de santidad de esta tierra no se debe sólo al sacrificio de los mártires. Apenas terminadas las antiguas persecuciones, surgió una nueva forma de vida que, ofrecida al Señor, nada retenía para sí: en el desierto inició el monaquismo.
Así, a los grandes signos que Dios obró en el pasado en Egipto y en el Mar Rojo (cf. Sal 106,21-22), siguió el prodigio de una vida nueva, que hizo florecer de santidad el desierto. Con veneración por este patrimonio común, he venido como peregrino a esta tierra, donde el Señor mismo ama venir: aquí, glorioso, bajó al monte Sinaí (cf. Ex 24,16); aquí, humilde, encontró refugio cuando era niño (cf. Mt 2,14).
Santidad, querido Hermano: que el mismo Señor nos conceda hoy seguir caminando juntos, como peregrinos de comunión y anunciadores de paz. Que en este camino nos lleve de la mano Aquella que acompañó aquí a Jesús y que la gran tradición teológica egipcia ha aclamado desde la antigüedad como Theotokos, Madre de Dios.
En este título se unen admirablemente la humanidad y la divinidad, porque, en la Madre, Dios se hizo hombre para siempre. Que la Virgen Santa, que siempre nos conduce a Jesús, sinfonía perfecta de lo divino con lo humano, siga trayendo un poco de Cielo a nuestra tierra.

VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: 17:30 ENCUENTRO DEL PAPA CON AUTORIDADES Y DIPLOMÁTICOS

Calurosa acogida al Papa – Texto completo de las palabras del papa Francisco
El santo padre Francisco después de su discurso en la Universidad de Al-Azhar, se dirigió al Hotel Al-Másha, donde le aguardaban el presidente del país,Abdel-Fattah Al-Sisi, y unas 800 personas entre autoridades y cuerpo diplomático. Numerosos y calurosos aplausos se produjeron varias veces durante las palabras del Pontífice.
A continuación el texto completo:
Señor Presidente, Distinguidos Miembros del Gobierno y del Parlamento, Ilustres Embajadores y miembros del Cuerpo Diplomático, Señoras y señores: Al Salamò Alaikum (La paz esté con vosotros).
Le agradezco, Señor Presidente, sus cordiales palabras de bienvenida y la invitación que gentilmente me hizo para visitar su querido País. Conservo vivo el recuerdo de su visita a Roma, en noviembre de 2014, y también del encuentro fraterno con Su Santidad Papa Tawadros II, en 2013, así como la del año pasado con el Gran Imán de la Universidad Al-Azhar, Dr. Ahmad Al-Tayyib. Me es grato encontrarme en Egipto, tierra de antiquísima y noble civilización, cuyas huellas podemos admirar todavía hoy y que, en su majestuosidad, parecen querer desafiar al tiempo.
Esta tierra representa mucho para la historia de la humanidad y para la Tradición de la Iglesia, no sólo por su prestigioso pasado histórico —de los faraones, copto y musulmán—, sino también porque muchos Patriarcas vivieron en Egipto o lo recorrieron.
 En efecto, la Sagrada Escritura lo menciona así muchas veces. En esta tierra, Dios se hizo sentir, «reveló su nombre a Moisés», y sobre el monte Sinaí dio a su pueblo y a la humanidad los Mandamientos divinos. En tierra egipcia, encontró refugio y hospitalidad la Sagrada Familia: Jesús, María y José. La hospitalidad, ofrecida con generosidad hace más de dos mil años, permanece en la memoria colectiva de la humanidad y es fuente de abundantes bendiciones que aún se siguen derramando.
Egipto es una tierra que, en cierto modo, percibimos como nuestra. Como decís: «Misr um al dugna (Egipto es la madre del universo)». También hoy encuentran aquí acogida millones de refugiados que proceden de diferentes países, como Sudán, Eritrea, Siria e Irak, refugiados a los que se busca integrar con encomiable tesón en la sociedad egipcia.
Egipto, a causa de su historia y de su concreta posición geográfica, ocupa un rol insustituible en Oriente Medio y en el contexto de los países que buscan soluciones a esos problemas difíciles y complejos, que han de ser afrontados ahora para evitar que deriven en una violencia aún más grave.
Me refiero a la violencia ciega e inhumana causada por diferentes factores: el deseo obtuso de poder, el comercio de armas, los graves problemas sociales y el extremismo religioso que utiliza el Santo Nombre de Dios para cometer inauditas masacres e injusticias. Este destino y esta tarea de Egipto constituyen también el motivo que ha animado al pueblo a pedir un Egipto donde no falte a nadie el pan, la libertad y la justicia social.
Ciertamente este objetivo se hará una realidad si todos juntos tienen la voluntad de transformar las palabras en acciones, las valiosas aspiraciones en compromiso, las leyes escritas en leyes aplicadas, valorizando la genialidad innata de este pueblo. Egipto tiene una tarea particular: reforzar y consolidar también la paz regional, a pesar de que haya sido herido en su propio suelo por una violencia ciega. Dicha violencia hace sufrir injustamente a muchas familias –algunas de ellas aquí presentes– que lloran por sus hijos e hijas.
Pienso de modo particular en todas las personas que, en los últimos años, han entregado la vida para proteger su patria: los jóvenes, los miembros de las fuerzas armadas y de la policía, los ciudadanos coptos y todos los desconocidos, caídos a causa de las distintas acciones terroristas.
Pienso también en las matanzas y en las amenazas que han provocado un éxodo de cristianos desde el Sinaí septentrional. Manifiesto mi gratitud a las Autoridades civiles y religiosas, y a todos los que han acogido y asistido a estas personas que tanto sufren. Pienso además en los que han sido golpeados por los atentados en las iglesias Coptas, tanto en diciembre pasado como más recientemente en Tanta y en Alejandría. A sus familias y a todo Egipto dirijo mi sentido pésame y mi oración al Señor para que los heridos se restablezcan con rapidez.
Señor Presidente, ilustres señoras y señores: No puedo dejar de reconocer la importancia de los esfuerzos realizados para llevar a cabo numerosos proyectos nacionales, como también por las muchas iniciativas realizadas en favor de la paz en el País y fuera del mismo, con vistas a ese ansiado desarrollo, en paz y prosperidad, que el pueblo anhela y merece.
El desarrollo, la prosperidad y la paz son bienes irrenunciables por los que vale la pena cualquier sacrificio. Son también metas que requieren trabajo serio, compromiso seguro, metodología adecuada y, sobre todo, respeto incondicionado a los derechos inalienables del hombre, como la igualdad entre todos los ciudadanos, la libertad religiosa y de expresión, sin distinción alguna.2
Objetivos que exigen prestar una atención especial al rol de la mujer, de los jóvenes, de los más pobres y de los enfermos.
En realidad, el verdadero desarrollo se mide por la solicitud hacia el hombre —corazón de todo desarrollo—, a su educación, a su salud y a su dignidad; de hecho, la grandeza de cualquier nación se revela en el cuidado con que atiende a los más débiles de la sociedad: las mujeres, los niños, los ancianos, los enfermos, los discapacitados, las minorías, para que nadie, ni ningún grupo social, quede excluido o marginado.
Ante un escenario mundial delicado y complejo, que hace pensar a lo que he llamado una «guerra mundial por partes», cabe afirmar que no se puede construir la civilización sin rechazar toda clase de ideología del mal, de la violencia, así como cualquier interpretación extremista que pretenda anular al otro y eliminar las diferencias manipulando y profanando el Santo Nombre de Dios.
Usted, Señor Presidente, que ha hablado de esto con claridad muchas veces y en distintas ocasiones, merece ser escuchado y valorado. Todos tenemos el deber de enseñar a las nuevas generaciones que Dios, el Creador del cielo y de la tierra, no necesita ser protegido por los hombres, sino que es él quien protege a los hombres; él no quiere nunca la muerte de sus hijos, sino que vivan y sean felices; él no puede ni pide ni justifica la violencia, sino que la rechaza y la desaprueba.3 El verdadero Dios llama al amor sin condiciones, al perdón gratuito, a la misericordia, al respeto absoluto a cada vida, a la fraternidad entre sus hijos, creyentes y no creyentes.
Tenemos el deber de afirmar juntos que la historia no perdona a los que proclaman la justicia y en cambio practican la injusticia; no perdona a los que hablan de igualdad y desechan a los diferentes. Tenemos el deber de quitar la máscara a los vendedores de ilusiones sobre el más allá, que predican el odio para robar a los sencillos su vida y su derecho a vivir con dignidad, transformándolos en leña para el fuego y privándolos de la capacidad de elegir con libertad y de creer con responsabilidad. Tenemos el deber de desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas, afirmando la incompatibilidad entre la verdadera fe y la violencia, entre Dios y los actos de muerte.
En cambio, la historia honra a los constructores de paz, que luchan con valentía y sin violencia por un mundo mejor: «Dichosos los constructores de paz porque se llamarán hijos de Dios» (Mt 5,9). Egipto, que en tiempos de José salvó a otros pueblos del hambre (cf. Gn 47,57), está llamado también hoy a salvar a esta querida región del hambre de amor y de fraternidad; está llamado a condenar y a derrotar todo tipo de violencia y de terrorismo; está llamado a sembrar la semilla de la paz en todos los corazones hambrientos de convivencia pacífica, de trabajo digno, de educación humana.
Egipto, que al mismo tiempo construye la paz y combate el terrorismo, está llamado a testimoniar que «AL DIN LILLAH WA AL WATàN LILGIAMIA’/ (La fe es para Dios, la Patria es para todos)», como dice el lema de la Revolución del 23 de julio de 1952, demostrando que se puede creer y vivir en armonía con los demás, compartiendo con ellos los valores humanos fundamentales y respetando la libertad y la fe de todos.4
El rol especial de Egipto es necesario para afirmar que esta región, cuna de tres grandes religiones, puede –es más– debe salir de la larga noche de tribulaciones para volver a irradiar los supremos valores de la justicia y de la fraternidad, que son el fundamento sólido y la vía obligatoria para la paz.5
De las naciones que son grandes es justo esperar mucho. Este año se celebra el 70 aniversario de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y la República Árabe de Egipto, que es uno de los primeros países árabes que estableció dichas relaciones diplomáticas. Estas siempre se han caracterizado por la amistad, estima y colaboración recíproca. Deseo que esta visita ayude a consolidarlas y reforzarlas.  La paz es un don de Dios pero es también trabajo del hombre. Es un bien que hay que construir y proteger, respetando el principio que afirma: la fuerza de la ley y no la ley de la fuerza.6
Paz para este amado País. Paz para toda esta región, de manera particular para Palestina e Israel, para Siria, Libia, Yemen, Irak, Sudán del Sur; paz para todos los hombres de buena voluntad. Señor Presidente, señoras y señores: Deseo hacer llegar un afectuoso saludo y un paternal abrazo a todos los ciudadanos egipcios, que están presentes simbólicamente en este lugar.
Saludo además a los hijos y a los hermanos cristianos que viven en este País: a los coptos ortodoxos, los griegos bizantinos, los armenios ortodoxos, los protestantes y los católicos. San Marcos, el evangelizador de esta tierra, os proteja y os ayude a construir y a alcanzar la unidad, tan anhelada por Nuestro Señor (cf. Jn 17,20-23).
Vuestra presencia en esta Patria no es ni nueva ni casual, sino secular y unida a la historia de Egipto. Sois parte integral de este País y habéis desarrollado a lo largo de los siglos una especie de relación única, una particular simbiosis, que puede considerarse como un ejemplo para las demás naciones. Habéis demostrado, y lo seguís haciendo, que se puede vivir juntos, en el respeto recíproco y en la confrontación leal, descubriendo en la diferencia una fuente de riqueza y jamás una razón para el enfrentamiento.7
Gracias por la cálida bienvenida. Pido a Dios Todopoderoso y Uno para que derrame Su Bendición divina sobre todos los ciudadanos egipcios. Que conceda a Egipto la paz y la prosperidad, el progreso y la justicia, y que bendiga a todos sus hijos. «Bendito mi pueblo, Egipto», dice el Señor en el libro de Isaías (19,25). ¡Shukran wa tahìah misr!  (Gracias y que viva Egipto).


VIAJE DEL PAPA A EGIPTO: BIENVENIDA DEL IMÁM DE EL-AZHAR

Comenzó pidiendo un minuto de silencio por las víctimas del terrorismo: "Contra la viloencia, sin distinción alguna"
El gran imán de la Universidad de Al-Azhar, Ahmed Al Tayyeb, en el ‘Global Peace Conference’ (La Conferencia Internacional de Paz), inició sus palabras invitando a todos a ponerse en pié y guardar un minuto de silencio por las víctimas del terrorismo en el mundo.
Un encuentro este, dijo, cuando “la paz se ha perdido”, “tantos países sufren la violencia” y “tantos prófugos buscan esta paz”. Recordó que muchos mueren en el desierto y en el mar. Una tragedia inmensa. Y precisó que considera que “la historia nunca conoció tragedias de tales dimensiones”.
Entre las causas de la violencia, señaló el imán, “está el comercio y tráfico de armas”. Esto en la época de las filosofías humanitarias, en que se predica la igualdad, con entes como las Naciones Unidas, y ONGs que defienden los derechos humanos.
Y se interrogó ¿Por qué la paz se ha vuelto un paraíso perdido? “La ignorancia de las sociedades por los valores divinos está en la raíz de esto”, aseguró.
El Imám pidió “limpiar la imagen de las religiones de visiones erradas” y pidió “no se juzgue a las religiones porque algunos la han interpretado de manera equivocada y derramando sangre”.
Señaló que el cristianismo no puede ser acusado de ser una religión de terrorismo porque se mató a gente en nombre de la cruz, ni los judíos porque asesinaron en nombre de su Dios. Ni a la civilización europea con la II Guerra con 70 millones de muertos, o a la civilización de Estados Unidos por la bomba de Hiroshima.
Ahmed Al Tayyeb mostró su agradecimiento al Papa porque “él dijo que la religión islámica no es terrorismo, cuando algunos la acusaban”. Y subrayó que “Al-Azhar invita a fomentar la tolerancia y contra la violencia, sin distinción alguna”.
Pidió también “trabajar para proteger a la familia de las desviaciones científicas, de la destrucción del planeta, de la destrucción atea que diviniza lo humano”. Y Concluyó: “Pido a Dios Altísimo que bendiga este encuentro para que todos podamos defender una cultura de paz y de hermandad”.