Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

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Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

miércoles, 8 de marzo de 2017

¿QUÉ CREÓ SAN JUAN DE DIOS?

LA HOSPITALIDAD EVANGÉLICA:

“El deseo de servir a los enfermos es la consagración a Dios de los hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios".

Una comunidad que trabaja en las periferias, como en Madagascar o con lo consultorios móviles, o en el corazón del Vaticano, con su farmacia frecuentada por toda Roma. Y evoca una virtud demasiado olvidada pero propicia para revitalizar el tejido social: la hospitalidad evangélica. 

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, ante todo se pone al servicio de las personas enfermas y desamparadas. Hay que precisar que son una orden de Hermanos sanitarios, pues no tienen formación de directores de recursos humanos o directores generales. Su labor requiere mucha humildad, sentido común, generosidad, tiempo para dedicar el otro. Recuerdan el ejemplo de su fundador, quien vivió una conversión radical que le llevó a emprender su obra consagrada al servicio de los demás.

Hoy su obra está presente en 53 países y atienden a más de un millón de personas al año. San Juan de Dios tuvo que superar el desafío de la locura y experimentar en sus carnes los tratamientos inhumanos que se ejercían en su época en los hospitales. Fue así como tomó conciencia del sufrimiento de los enfermos y pudo tener una visión clara sobre su nueva misión: fundar un nuevo modelo de asistencia basado en el servicio. El comprendió, ya en su tiempo, que para ser líder se debía ser servidor, librarse de sí mismo para acercarse al prójimo y, a través de él, a Dios.
El deseo de servir a los enfermos dentro de una vida consagrada a Dios es el origen de la vocación. En el siglo XVI, su fundador, Juan de Dios, basó su acción sobre una virtud que a día de hoy aún es vivida por 1.100 hermanos en todo el mundo: la hospitalidad.
Una de las particularidades de los Hermanos de San Juan de Dios es pronunciar el voto de hospitalidad, además de los de pobreza, obediencia y castidad. A través de ese voto dedican su vida a la asistencia de los más frágiles, esforzándose para prestarles todos los servicios necesarios, incluso los más humildes y los que puedan comportar un riesgo para nuestra vida, a semejanza del Cristo que nos quiso hasta morir para nuestra Salvación.
Es una hospitalidad que ejercen bajo múltiples realidades, ya sea tendiendo la mano a una persona desconsolada, con una presencia cálida con los niños que son víctimas del sida, con una acogida paciente, con actos cotidianos que devuelven a la otra persona la confianza perdida, con una puerta abierta sin condición a una persona sin hogar, con una atención en todos los que son “la cara de los pobres, los enfermos, las personas que se encuentran en una situación de sufrimiento o dificultad”. 
El ejemplo más bello y reciente de esta Hospitalidad incondicional fue la que mostraron los 4 hermanos que dieron su vida cuidando a los enfermos del virus Ebola, en 2014, en Sierra Leone y Liberia.
Esta hospitalidad evangélica se basa en la experiencia que hacen cada día de la misericordia de Dios: su encuentro con Dios pasa por su compromiso al servicio de las personas más frágiles para manifestarles el amor misericordioso. 
Las obras de misericordia son el reflejo de su deseo de querer y de querer el bien del prójimo, como lo hizo San Juan de Dios en su tiempo.
 “Haceros el bien Hermanos, haciendo el bien a los demás”. 

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