La esperanza no depende de nosotros sino de la ayuda de Dios y de su
fidelidad
Al retomar la serie de las catequesis sobre la esperanza, el Pontífice
precisó que “San Pablo continúa ayudándonos a comprender mejor en qué
consiste la esperanza cristiana” y señaló “dos actitudes importantes para
nuestra vida y nuestra experiencia de fe: la perseverancia y la consolación”.
“La Sagrada Escritura nos muestra –prosiguió el Papa– que la perseverancia
o paciencia es la capacidad de soportar, de permanecer fieles, sobre todo en
medio de las situaciones adversas”. Por otra parte, la consolación “es la
gracia de saber acoger y mostrar en todo momento, especialmente en aquellos
marcados por el sufrimiento y la desilusión, la presencia y la acción compasiva
de Dios que nunca nos abandona y permanece siempre fiel a su amor por
nosotros”.
Por eso, dice el Santo Padre que “el Apóstol afirma que somos fuertes, pues
en la lógica del Evangelio nuestra fuerza no viene de nosotros sino del Señor,
que nos concede experimentar su consolación y su amor fiel”. Y que además nos
da “la capacidad de estar cerca de los hermanos más débiles y de hacernos cargo
de su fragilidad”.
La Palabra de Dios alimenta en nosotros la esperanza, que se traduce
concretamente “en servicio recíproco y en el compartir”, indicó el Pontífice.
Esto es posible sólo “cuando en el centro está Cristo y su Palabra, porque Él
es el “hermano fuerte” que nos cuida y nos carga sobre sus hombros de “Buen
Pastor”, tierno y solícito”.
“Agradezcamos al Señor el
don de su Palabra y no olvidemos que nuestra esperanza no depende de nuestras
capacidades, sino de la ayuda de Dios y de la fidelidad de su amor”.
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