Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

jueves, 26 de mayo de 2016

LECTURAS DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (C)

Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (14,18-20):

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abran, diciendo: «Bendito sea Abrahán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.» Y Abran le dio un décimo de cada cosa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 109,1.2.3.4

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Oráculo del Señor a mi Señor: 
«Siéntate a mi derecha, 
y haré de tus enemigos 
estrado de tus pies.» R/. 

Desde Sión extenderá el Señor 
el poder de tu cetro: 
somete en la batalla 
a tus enemigos. R/.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, 
entre esplendores sagrados; 
yo mismo te engendré, como rocío, 
antes de la aurora.» R/. 

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» R.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (11,23-26):

Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio según san Lucas (9,11b-17), del domingo, 29 de mayo de 2016
Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,11b-17):

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. 
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.» 
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer.» 
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.» Porque eran unos cinco mil hombres. 
Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.» 
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.

Palabra del Señor

¿POR QUÉ ES BUENO REZAR? PAPA FRANCISCO HACE UNA ADVERTENCIA PARA QUIEN NO REZA

VATICANO, 25 May. 16 - Un miércoles más, el Papa Francisco celebró la Audiencia General en la Plaza de San Pedro, en la que habló de la importancia de la oración y pidió no cansarse nunca de rezar, aunque parezca que a veces no se es correspondido.
“La oración transforma el deseo y lo modela según la voluntad de Dios, sea cual sea, porque quien ora aspira antes que nada a la unión con Él, Amor misericordioso”.
La catequesis del Papa estuvo dedicada esta vez a la parábola del juez inicuo y la viuda inoportuna que oraba sin cesar. “No debemos desistir de rezar aunque no sea correspondida. Es la oración la que conserva la fe y ¡sin ella la fe vacila!”, pidió Francisco.
El Pontífice explicó que este relato pone de manifiesto “la necesidad de orar siempre, sin cansarse”. “No se trata de rezar alguna vez, cuando lo siento. No. Jesús, dice que se necesita ‘rezar siempre, sin cansarse’. Y pone el ejemplo de la viuda y del juez”.
El Papa describió al juez como “un personaje con poder, llamado a emitir un juicio sobre la base de la Ley de Moisés”, pero “este juez no temía a Dios”.“Era un juez inicuo, sin escrúpulos, que no tenía en cuenta la Ley y hacía lo que quería, según sus intereses”.
La viuda “junto a los huérfanos y los extranjeros era parte de las categorías más débiles de la sociedad”. Por eso, “una pobre viuda allí sola, está indefensa y podía ser ignorada y dejada sin justicia, así como el huérfano, el extranjero, el migrante”.
“Frente a la indiferencia del juez, la viuda utiliza su única arma: continuar insistiendo importunándolo y presentándole su petición de justicia”, recordó el Papa.
“Es así, con esta perseverancia, como consigue su propósito. El juez, en efecto, en un cierto punto la escucha, no porque fuese movido por la misericordia, sino porque la conciencia se lo impone; simplemente admite: “como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme”.
Francisco subrayó entonces cómo Dios “que es un Padre bueno y justo, hará justicia a sus elegidos que gritan día y noche hacia Él”.
“Todos tenemos momentos de cansancio y de desánimo, sobre todo cuando nuestra oración parece ineficaz. Pero Jesús nos asegura: a diferencia del juez deshonesto, Dios escucha pronto a sus hijos, también si eso no significa que lo haga en los tiempos y en los modos que nosotros querríamos”.
“¡La oración no es una varita mágica!”, exclamó el Papa en la Plaza. “Ella ayuda a conservar la fe en Dios y en confiarnos a Él también cuando no comprendemos su voluntad.”.
El Pontífice añadió que “Dios de verdad ha salvado a Jesús de la muerte dándole la completa victoria en ella, pero la vía recorrida para obtenerla pasó a través de la misma muerte”.
El Santo Padre recordó también la oración de Jesús en el Huerto de los Olivos cuando “oró al Padre para que lo librase del cáliz amargo de la pasión”.
“Pidamos al Señor -concluyó el Papa- una fe que se hace oración incesante, perseverante, como la de la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su venida. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso”.

jueves, 19 de mayo de 2016

LECTURAS DE LA SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD (C)

Primera lectura

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

Así dice la sabiduría de Dios: «El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.»

Salmo

Salmo: Sal 8, 4-5. 6-7a. 7b-9.

R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo,
obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? R.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.

Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

Evangelio

Evangelio según san Juan 16, 12-1, del domingo, 22 de mayo de 2016
Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.

PAPA FRANCISCO: LOS QUE SE ENRIQUECEN EXPLOTANDO A LAS PERSONAS SON COMO SANGUIJUELAS

El Papa Francisco celebrando la Misa en la Casa Santa Marta / Foto: L'Osservatore Romano
VATICANO, 19 May. 16 - En la Misa que celebró en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco medita en la Carta de Santiago y advierte que quienes acumulan riquezas a causa de la explotación de las personas cometen un pecado mortal, y son como sanguijuelas.
El Papa dijo que están equivocados quienes siguen la llamada “teología de la prosperidad”, según la cual “Dios te hace ver que andas en justicia si te da tantas riquezas”. “No se puede servir a Dios y a las riquezas” dijo el Pontífice, pues las segundas se convierten en “cadenas” que quitan “la libertad para seguir a Jesús”.
“Cuando las riquezas se logran con la explotación de la gente… la pobre gente se vuelve esclava”. El Papa explicó que en el mundo actual siempre ocurre que las personas llegan y dicen “quiero trabajar”, los contratan de septiembre a junio y luego “julio y agosto tienen que comer aire”. Estas personas son “verdaderas sanguijuelas” pues viven de la explotación de la gente, viven de esclavizarlas.
El Papa Francisco recordó cuando una joven le relató que en un trabajo le pagaban 659 euros por 11 horas de trabajo, y en el cual le habían dicho "si te gusta bien, si no vete. Hay otros detrás de ti, hay cola".
El Pontífice criticó esa situación laboral y denunció que hoy existe "una verdadera esclavitud”. No es algo del pasado, en lugares lejanos – ya no se va a África para vender esclavos en América. No. Ocurre en nuestras ciudades: hay traficantes que tratan a la gente con el trabajo sin justicia.
“Esto es peor”, “esto es pecado mortal”, enfatizó Francisco luego de recordar la Audiencia General de ayer donde meditó sobre la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro. “Este rico estaba en su mundo, no se daba cuenta de que detrás de la puerta de su casa había alguien que tenía hambre”.
Pero el dejar “hambrear a la gente con su trabajo por mi provecho, vivir de la sangre de la gente. Esto es pecado mortal”, y advirtió que se necesitará de mucha penitencia para restituir este pecado, “para convertirse de este pecado”.
“Pensemos en este drama de hoy: la explotación de la gente, la sangre de esta gente que se vuelve esclava, los traficantes de personas y no sólo los que trafican con las prostitutas y los niños en el trabajo de menores, sino en ese tráfico, digamos más ‘civilizado’: ‘Yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin seguro sanitario, sin… todo en negro… ¡Pero me vuelvo rico!’”.
Francisco invitó a meditar sobre el drama de estas personas explotadas, y a pedir al Señor que nos ayude a comprender y vivir la sencillez del Señor Jesús, que nos habla hoy en el Evangelio: es más importante un vaso de agua en nombre de Cristo, que todas las riquezas acumuladas con la explotación de la gente.

viernes, 13 de mayo de 2016

LECTURAS DEL DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (2,1-11):

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería. Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos, preguntaban: «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 103,1ab.24ac.29bc-30.31.34

R/. Envía tu Espíritu, Señor, 
y repuebla la faz de la tierra

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (12,3b-7.12-13):

Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

Palabra de Dios

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequia,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Evangelio

Evangelio según san Juan (20,19-23), del domingo, 15 de mayo de 2016
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-23):

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Palabra del Señor

DIACONISAS DE LA IGLESIA PRIMITIVA SON UNA POSIBILIDAD A ESTUDIAR, DICE EL PAPA FRANCISCO

Papa Francisco / Foto: Yahaira Jacquez (ACI Prensa)
VATICANO, 12 May. 16 - El Papa Francisco ha afirmado que puede retomar el estudio sobre el diaconado femenino en la iglesia primitiva. Habló del tema durante la audiencia con la Unión Internacional de Superioras generales (UISG) en el Vaticano. El tema no es nuevo y ha sido propuesto una vez más en tiempos recientes.
Juan Pablo II respondió en 1994 a la apertura anglicana con la carta “Ordinatio sacerdotalis” y negó categóricamente la posibilidad del sacerdocio femenino en la Iglesia Católica. Fue el Cardenal Carlo Maria Martini quien habló de la posibilidad de estudiar la instrucción del diaconado para las mujeres, que no menciona en el documento papal.
El entonces Arzobispo de Milán dijo: “En la historia de la Iglesia han existido las diaconisas, por lo que podemos pensar en esta posibilidad”. Algunos historiadores de la Iglesia antigua subrayaron que las mujeres entonces eran admitidas en un particular servicio diaconal de la caridad que se diferencia del diaconado actual, entendido como el primer grado del sacerdocio.
¿Qué dijo el Papa hoy sobre las diaconisas? Durante el encuentro de hoy, en el que se intercambiaron preguntas y respuestas, le preguntaron al Papa por qué la Iglesia excluye a las mujeres de servir como diáconos. Las religiosas explicaron al Pontífice que las mujeres servían como diaconisas en la Iglesia primitiva y le preguntaron: “¿Por qué no constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?”. El Pontífice respondió que ya había hablado una vez hace algunos años sobre ese tema “con un profesor bueno y sabio”, que había estudiado el papel de las diaconisas en los primeros siglos de la Iglesia. Francisco había explicado que no era todavía claro qué papel tuvieron tales diaconisas. “¿Qué eran estos diaconados femeninos?”, recordó el Papa haber preguntado al profesor. “¿Tenían ordenación o no?”. “Era un poco oscuro”,  dijo. “¿Cuál era el papel de la diaconisa en aquel tiempo?”, “¿Constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?”, preguntó el Papa en voz alta. “Creo que sí. Sería por el bien de la Iglesia clarificar este punto. Estoy de acuerdo. Hablaré para hacer algo por el estilo”. “Acepto”, dijo el Papa luego. “Me parece útil tener una comisión que lo aclare bien”.
Según una tradición antiquísima, el diaconado venía dirigido “no al sacerdocio, sino al ministerio”. Existen algunos testimonios de la historia sobre la presencia de las diaconisas, tanto en la Iglesia occidental como en la oriental. Los testimonios se refieren también a ritos litúrgicos de ordenación. El punto que se debería profundizar es qué tipo de figura ministerial eran, cuáles eran las funciones que desarrollaban en la comunidad. La posición del magisterio considera el diaconado como el primer grado del ministerio de la ordenación sacerdotal y  lo reserva sólo a los hombres así como los dos grados sucesivos, el presbiterado y el episcopado.
Al estar de acuerdo en instituir una comisión de estudio sobre el diaconado femenino en la Iglesia primitiva, Francisco quiere verificar y ver cómo actualizar aquella forma de servicio, sabiendo que las diaconisas permanentes pueden representar “una posibilidad para el hoy”. En los inicios del cristianismo existía una diaconía femenina (de la que habla San Pablo) y se ha documentado que en el siglo III en Siria existían las diaconisas que ayudaban al sacerdote en el bautizo de las mujeres. Un papel que se recoge en las Constituciones apostólicas del siglo IV, que hablan de un tipo de rito de consagración, distinto sin embargo de la diaconía masculina.
Algunas formas de servicio de diaconía femenina se institucionalizaron hace cierto tiempo, por ejemplo en la diócesis de Padua (Italia) por iniciativa del entonces obispo Antonio Mattiazzo. Se trata de mujeres que, a pesar de no vestir hábito religioso, emitieron votos de obediencia, pobreza y castidad. Se consagraron como “colaboradoras apostólicas diocesanas”.
El papel y labores de esta nueva forma de servicio se explicaron en su tiempo en la diócesis: “Es una forma de diaconía femenina inspirada en el Evangelio. Las colaboradoras apostólicas asumen la diaconía apostólica como proyecto de vida acogido, probado y orientado por parte del Obispo”. Entre las labores a las que están llamadas están el anuncio de la Palabra, la educación en la fe, las obras de caridad al servicio de los pobres, la distribución de la comunión, la animación de la liturgia o la gestión de las estructuras como escuelas e institutos.
El Papa Francisco ha hablado más de una vez sobre la necesidad para la Iglesia Católica de valorizar el papel de la mujer, pero siempre ha evitado presentar esta valorización como una forma de “clericalización” de las mujeres. “Es algo que no sé de dónde ha salido –dijo en diciembre de 2013, en la entrevista con La Stampa a propósito de unas declaraciones sobre mujeres cardenales- Las mujeres en la Iglesia deben estar valorizadas, no ‘clericalizadas’. Quien piensa en mujeres cardenales sufre un poco de clericalismo”.
En septiembre de 2001, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, junto con los cardenales Medina Estévez, (Prefecto del Culto divino) y Castrillón Hoyos (prefecto para el Clero) firmaron una breve carta, aprobada por el Papa Wojtyla, en la que se afirmaba que “no es lícito poner en acto iniciativas que en cualquier modo pretendan preparar candidatas al orden sacerdotal”. El texto se refería al orden diaconal como sacramento y primer grado del sacerdocio.
Nuevos estudios sobre el diaconado femenino en la iglesia de los primeros siglos, su papel y deberes confrontados con el diaconado masculino, podrían abrir nuevas posibilidades y nuevas formas de servicio consagrado más allá de las órdenes religiosas femeninas ya existentes.
“La Iglesia necesita que las mujeres entren en el proceso de toma de decisiones. También que puedan guiar un departamento en el Vaticano”, ha afirmado el Papa Francisco respondiendo, a seis preguntas que le hicieron durante el encuentro con 900 religiosas de todo el mundo.
En el Aula Nervi, explicó que “la Iglesia debe incluir a las consagradas y laicas en la consulta, pero también en las decisiones, porque se necesita su punto de vista. Y este papel creciente de las mujeres en la Iglesia no es feminismo, sino corresponsabilidad y un derecho de todos los bautizados: hombres y  mujeres”. El Papa también subrayó que “muchas mujeres consagradas son ‘mujercitas’ más que personas involucradas en el ministerio del servicio. La vida consagrada –añadió- es un camino de pobreza, no un suicidio”.

jueves, 5 de mayo de 2016

LECTURAS DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (C)

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (1,1-11):

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. 
Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» 
Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» 
Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.» Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. 
Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»

Palabra de Dios

Salmo

Sal 46,2-3.6-7.8-9

R/. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas

Pueblos todos batid palmas, 
aclamad a Dios con gritos de júbilo; 
porque el Señor es sublime y terrible, 
emperador de toda la tierra. R/.

Dios asciende entre aclamaciones; 
el Señor, al son de trompetas; 
tocad para Dios, tocad, 
tocad para nuestro Rey, tocad. R/. 

Porque Dios es el rey del mundo; 
tocad con maestría. 
Dios reina sobre las naciones, 
Dios se sienta en su trono sagrado. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (1,17-23):

Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.

Palabra de Dios

Evangelio

Evangelio segúngún san Lucas (24,46-53), del domingo, 8 de mayo de 2016
Conclusión del santo evangelio según san Lucas (24,46-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.» 
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo. Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo. Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor 

DISCURSO COMPLETO DEL PAPA FRANCISCO "PARA ENJUGAR LAS LÁGRIMAS"

[TEXTO COMPLETO]: Discurso del Papa Francisco en Vigilia “para enjugar las lágrimas”
VATICANO, 05 May. 16 - La Basílica del Vaticano albergó este 5 de mayo la Vigilia de Oración “para enjugar las lágrimas”, una de las celebraciones más importantes del Jubileo de la Misericordia que desde el pasado 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción, se celebra en todo el mundo.
En la Vigilia, el Papa Francisco habló del sufrimiento del hombre, sus posibles causas, y recordó que “el Señor Jesús prometió a sus discípulos que nunca los dejaría solos”.
“Al lado de cada cruz siempre está la Madre de Jesús. Con su manto, ella enjuga nuestras lágrimas. Con su mano nos ayuda a levantarnos y nos acompaña en el camino de la esperanza”, dijo al concluir.
A continuación, el discurso completo del Santo Padre:
Hermanos y hermanas:
Después de los conmovedores testimonios que hemos oído, y a la luz de la Palabra del Señor que ilumina nuestra situación de sufrimiento, invocamos ante todo la presencia del Espíritu Santo para que venga sobre nosotros. Que él ilumine nuestras mentes, para que podamos encontrar palabras adecuadas que den consuelo; que él abra nuestros corazones para que podamos tener la certeza de que Dios está presente y no nos abandona en las pruebas. El Señor Jesús prometió a sus discípulos que nunca los dejaría solos: que estaría cerca de ellos en cualquier momento de la vida mediante el envío del Espíritu Paráclito (cf. Jn 14,26), el cual los habría ayudado, sostenido y consolado.
En los momentos de tristeza, en el sufrimiento de la enfermedad, en la angustia de la persecución y en el dolor por la muerte de un ser querido, todo el mundo busca una palabra de consuelo. Sentimos una gran necesidad de que alguien esté cerca y sienta compasión de nosotros. Experimentamos lo que significa estar desorientados, confundidos, golpeados en lo más íntimo, como nunca nos hubiéramos imaginado. Miramos a nuestro alrededor con ojos vacilantes, buscando encontrar a alguien que pueda realmente entender nuestro dolor. La mente se llena de preguntas, pero las respuestas no llegan. La razón por sí sola no es capaz de iluminar nuestro interior, de comprender el dolor que experimentamos y dar la respuesta que esperamos. En esos momentos es cuando más necesitamos las razones del corazón, las únicas que pueden ayudarnos a entender el misterio que envuelve nuestra soledad.
Vemos cuánta tristeza hay en muchos de los rostros que encontramos. Cuántas lágrimas se derraman a cada momento en el mundo; cada una distinta de las otras; y juntas forman como un océano de desolación, que implora piedad, compasión, consuelo. Las más amargas son las provocadas por la maldad humana: las lágrimas de aquel a quien le han arrebatado violentamente a un ser querido; lágrimas de abuelos, de madres y padres, de niños... Hay ojos que a menudo se quedan mirando fijos la puesta del sol y que apenas consiguen ver el alba de un nuevo día. Tenemos necesidad de la misericordia, del consuelo que viene del Señor. Todos lo necesitamos; es nuestra pobreza, pero también nuestra grandeza: invocar el consuelo de Dios, que con su ternura viene a secar las lágrimas de nuestros ojos (cf. Is 25,8; Ap 7,17; 21,4).
En este sufrimiento nuestro no estamos solos. También Jesús sabe lo que significa llorar por la pérdida de un ser querido. Es una de las páginas más conmovedoras del Evangelio: cuando Jesús, viendo llorar a María por la muerte de su hermano Lázaro, ni siquiera él fue capaz de contener las lágrimas. Experimentó una profunda conmoción y rompió a llorar (cf. Jn 11,33-35). El evangelista Juan, con esta descripción, muestra cómo Jesús se une al dolor de sus amigos compartiendo su desconsuelo. Las lágrimas de Jesús han desconcertado a muchos teólogos a lo largo de los siglos, pero sobre todo han lavado a muchas almas, han aliviado muchas heridas. Jesús también experimentó en su persona el miedo al sufrimiento y a la muerte, la desilusión y el desconsuelo por la traición de Judas y Pedro, el dolor por la muerte de su amigo Lázaro. Jesús «no abandona a los que ama» (Agustín, In Joh 49,5). 
Si Dios ha llorado, también yo puedo llorar sabiendo que se me comprende. El llanto de Jesús es el antídoto contra la indiferencia ante el sufrimiento de mis hermanos. Ese llanto enseña a sentir como propio el dolor de los demás, a hacerme partícipe del sufrimiento y las dificultades de las personas que viven en las situaciones más dolorosas. Me provoca para que sienta la tristeza y desesperación de aquellos a los que les han arrebatado incluso el cuerpo de sus seres queridos, y no tienen ya ni siquiera un lugar donde encontrar consuelo. El llanto de Jesús no puede quedar sin respuesta de parte del que cree en él. Como él consuela, también nosotros estamos llamados a consolar.
En el momento del desconcierto, de la conmoción y del llanto, brota en el corazón de Cristo la oración al Padre. La oración es la verdadera medicina para nuestro sufrimiento. También nosotros, en la oración, podemos sentir la presencia de Dios a nuestro lado. La ternura de su mirada nos consuela, la fuerza de su palabra nos sostiene, infundiendo esperanza. Jesús, junto a la tumba de Lázaro, oró: « Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre» (Jn 11,41-42). Necesitamos esta certeza: el Padre nos escucha y viene en nuestra ayuda. 
El amor de Dios derramado en nuestros corazones nos permite afirmar que, cuando se ama, nada ni nadie nos apartará de las personas que hemos amado. Lo recuerda el apóstol Pablo con palabras de gran consuelo: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? […] Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor» (Rm 8,35.37-39). El poder del amor transforma el sufrimiento en la certeza de la victoria de Cristo, y de la nuestra con él, y en la esperanza de que un día estaremos juntos de nuevo y contemplaremos para siempre el rostro de la Santa Trinidad, fuente eterna de la vida y del amor.
Al lado de cada cruz siempre está la Madre de Jesús. Con su manto, ella enjuga nuestras lágrimas. Con su mano nos ayuda a levantarnos y nos acompaña en el camino de la esperanza.