Para los contemporáneos de Jesús, tan acostumbrados a leer y meditar el Antiguo Testamento, no les era extraña la llegada de un Mesías, tan esperado.
Aún así, el evangelio de hoy nos dice que se quedaban admirados de los milagros que hacía, por lo que debían estar presenciando escenas verdaderamente extraordinarias.
Nosotros deberíamos admirarnos también de los "milagros cotidianos" que vemos a diario, especialmente la Eucaristía, el mayor de los milagros al que asistimos y que se nos regala cada día.
Que tengan un buen día
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