Francisco al recibir a los cardenales el 12 de diciembre de
2016, hizo un balance previo de sus cuatro años de pontificado, que se cumplieron ayer,
precisando entretanto que las reformas, a partir de la Curia, “no se
realiza cambiando gente”, sino principalmente “con la conversión de las
personas”.
Pero los aspectos nuevos son muchos, demasiados para un
artículo, partiendo desde sus homilías cotidianas en la residencia Santa Marta,
en donde ha desempolvado algunas verdades olvidadas, muchas veces simples,
como ver a Jesús en el prójimo especialmente en el más necesitado, no hablar
mal de los otros, retribuir debidamente a los empleados del hogar, o
cuando marido y mujer discuten, hacer la paz antes de concluir el día.
Además de los grandes temas y eventos, el primero en 2016 con la
encíclica Lumen Fidei,
seguida el mismo año por la exhortación apostólica, Evangelii Gaudium,
y como conclusión en el 2016 de los dos sínodos sobre la familia con
la exhortación Amoris
Laetitia.
Otro tema que ha involucrado a toda la comunidad internacional y
con gran repercusión ha sido la carta encíclica Laudato Si‘, sin olvidar la Vultum Dei quarere, sobre
la vida contemplativa femenina.
Se suma el Jubileo
de la Misericordia convocado oficialmente con la publicación el 11
de abril de 2015 de la bula ‘El
rostro misericordioso de Dios’, período que inició 8 de
diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluyó el 20 de
noviembre de 2016.
Además de profundizar en las reformas iniciadas por Benedicto XVI, las finanzas del Vaticano y la política de’ tolerancia cero’ hacia la pedofilia.
Se suman los viajes
apostólicos y las diversas exhortaciones en las cuales recordó que es satánico
matar en nombre de Dios.
Un Papa que no deja de sorprender y que nos invita a
todos, siempre a cuestionarnos.
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