Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

miércoles, 29 de mayo de 2013

FIESTA DE LA FE EN LA RÁBIDA

Más de dos mil quinientas personas procedentes de todos los rincones de la geografía onubense compartieron el día 25 de mayo una jornada de convivencia inolvidable en el acto de proclamación de la fe de toda la Iglesia de Huelva, que tuvo lugar en el entorno del Monasterio de La Rábida.
Dicho acto se enmarca en la celebración del Año de la Fe, proclamado por Benedicto XVI el pasado 11 de octubre, cuyo motivo central es la celebración del cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, una ocasión para que los cristianos de todo el mundo, y de la provincia en particular, redescubran la alegría de la fe y el entusiasmo por transmitir la fe.La celebración, presidida por el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco, y concelebrada por el obispo emérito, Ignacio Noguer Carmona, y el clero diocesano, ayer presente en su mayoría, fue animada musicalmente por las voces de la Coral Gaudeamus y el Coro Joven Voces Unidas, sobre la maestría armónica de la Orquesta Clásica Sifonietta Colombina, dirigida por el músico Abel Moreno Biedma. Además, en la celebración eucarística participaron miembros de las distintas delegaciones y secretariados de la Diócesis de Huelva, como expresión de la eclesialidad del acto.
Al comienzo de su homilía, el obispo de Huelva manifestó que “no estamos aquí para glorificarnos a nosotros mismos, sino a Dios que, en su amor de Padre, nos ha revelado su amor en su hijo Jesucristo y palpita en nuestro corazón por la presencia del Espíritu Santo que habita en nosotros”. Vilaplana invitó a tener un recuerdo agradecido a aquellas personas que, sencillamente, nos han transmitido la fe, así como a los grandes testigos que, “en momentos en los que parece que todos los callejones se cierran -como ocurre en nuestros días-, han abierto puertas y han iluminado las salidas, porque el que cree todo lo puede”.
Así, exhortó a los presentes a no tener miedo ni ser hombres y mujeres de poca fe: resistiendo en medio de los ambientes hostiles; no imponiendo la fe, pero sí proponiéndola como un camino de auténtica alegría; y a que esta fe se refleje en una vida llena de obras de justicia, solidaridad y caridad verdadera, para que nuestro mundo sea, cada vez más, un mundo más humano.

LA VOZ DEL PAPA en la VIGILIA DE PENTECOSTÉS


ACCIÓN DE GRACIAS - SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI


Te bendecimos, Padre, porque hoy nos invitas por Cristo
a sentarnos a la mesa eucarística en que Él multiplica el pan
para los hambrientos del mundo y nos da su cuerpo y su sangre.

Danos, Señor Jesús, hambre del pan de vida que eres tú,
y sáciala abundantemente con tu cuerpo inmolado por nosotros,
que convierta en espléndida primavera nuestro desierto calcinado.

El desamor y el egoísmo invaden nuestras vidas pequeñas,
marchitándolo todo alrededor con su atroz, voracidad.
Haz, Señor, que seamos generosos en servir a los más pobres
y estemos dispuestos a compartir todo lo que tenemos
con nuestros hermanos más necesitados, como hiciste tú.

Amén.

(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 501)

LECTURAS - SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

Lectura del libro del Génesis 14,18-20.
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salem, ofreció pan y vino. Era sacerdote del Dios Altísimo. Y bendijo a Abrahán diciendo:
-Bendito sea Abrahán de parte del Dios Altísimo, que creó el cielo y la tierra.
Y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado tus enemigos a tus manos. Y Abrahán le dio el diezmo de todo.Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 109, 1. 2. 3. 4
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.» 
R/.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. 
R/.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.» 
R/.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» 
R/.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 11,23-26.
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con la copa después de cenar, diciendo:
«Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.Palabra de Dios.

+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 9,11b-17.
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle:
-Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida; porque aquí estamos en descampado.
El les contestó:
-Dadles vosotros de comer.
Ellos replicaron:
-No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío. (Porque eran unos cinco mil hombres.)
Jesús dijo a sus discípulos:
-Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.
Lo hicieron así, y todos se echaron. El, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.Palabra del Señor.

LA ACOGIDA CRISTIANA


Los cristianos que piden nunca deben encontrar puertas cerradas. Las iglesias no son oficinas donde presentar documentos y papeles cuando se pide entrar en la gracia de Dios. «No debemos instituir el octavo mandamiento, el de la aduana pastoral». Fue la acogida cristiana el tema de la reflexión del Papa Francisco en la homilía de la misa concelebrada en la capilla de la Domus Sanctae Marthae el sábado 25 de mayo, por la mañana, entre otros, con el cardenal Agostino Cacciavillan. Comentando el Evangelio de Marcos (10, 13-16) el Pontífice recordó la reprensión que Jesús dirigió a sus discípulos que querían alejar de Él a los niños que la gente llevaba para que les acariciara. Los discípulos proponían «una bendición general y, luego, fuera todos». Pero, ¿qué dice el Evangelio? Dice que Jesús se indignó —respondió el Papa— diciendo «dejad que vengan a mí, no se lo impidáis. A quien es como ellos pertenece el reino de Dios».
La fe del pueblo de Dios es una fe sencilla. Por ejemplo, tal vez no sabe explicar bien quién es la Virgen, pero «para esto —dijo el Santo Padre— es necesario ir al teólogo: te explicará bien quién es María». Pero, agregó inmediatamente, «si tú quieres saber cómo se ama a María, debes ir al pueblo de Dios que te lo enseñará mejor y bien». Es un pueblo «que siempre se acerca para pedir algo de Jesús» y algunas veces también con un poco de insistencia. Como relató a continuación: «Recuerdo una vez durante la fiesta patronal en la ciudad de Salta; una señora humilde pedía a un sacerdote una bendición. El sacerdote le dijo: Pero señora, usted está en la misa. Y luego le explicó toda la teología de la bendición en la misa. Ah, gracias padre, sí padre, respondió la señora. Pero cuando el sacerdote se marchó la señora se dirigió a otro sacerdote: Bendígame. Todas aquellas palabras no entraron en ella porque tenía otra necesidad, la necesidad de ser tocada por el Señor. Esta es la fe que buscamos y que debemos encontrar siempre porque la suscita el Espíritu Santo. Nosotros debemos facilitarla, hacerla crecer, ayudarle a crecer».
El Papa volvió a explicar la actitud de Jesús que reprende a los apóstoles, quienes  impedían a la gente acercarse a Él. No lo hacían por maldad: sólo querían ayudarle. Lo mismo habían hecho los que en Jericó intentaron hacer callar al ciego que, al advertir la presencia de Jesús, gritaba para atraer su atención y ser salvado por Él. Era como si hubieran dicho, explicó el Papa: «El protocolo no lo permite: éste es la segunda persona de la Trinidad, ¿qué haces? Esto me hace pensar en muchos cristianos…».
Para explicar mejor el concepto, el Pontífice presentó algunos ejemplos. En especial lo que sucede cuando dos novios que quieren casarse se presentan en la secretaría de una parroquia y, en lugar de apoyo y felicitación, oyen enumerar los costes de la ceremonia o la pregunta si todos sus documentos están en regla. De este modo, a veces, recordó el  Papa, ellos «encuentran la puerta cerrada». Así, quien tendría la posibilidad «de abrir la puerta dando gracias a Dios por este nuevo matrimonio» no lo hace, es más, la cierra. Muchas veces «somos controladores de la fe en lugar de ser facilitadores de la fe de la gente». Y es algo, agregó el Santo Padre, que «comenzó en los tiempos de Jesús, con los Apóstoles».
Se trata de «una tentación que tenemos nosotros; la de adueñarnos, apropiarnos del Señor». Y una vez más el Papa recurrió a un ejemplo: el caso de una madre soltera que va a una iglesia, a la parroquia, pide bautizar al niño y encuentra como respuesta «por parte de un cristiano o de una cristiana»: no, «no puedes, tú no estás casada». Continuó: «Mirad a esta joven que tuvo la valentía de llevar adelante el embarazo» y de no abortar: «¿Qué encuentra? Una puerta cerrada. Esto le sucede a muchas. Esto no es un buen celo pastoral. Esto aleja del Señor, no abre las puertas. Y así, cuando nosotros vamos por este camino, con esta actitud, no hacemos bien a la gente, al pueblo de Dios. Jesús instituyó siete sacramentos y nosotros con esta actitud instituimos el octavo, el sacramento de la aduana pastoral».
«Jesús se indigna cuando ve estas cosas. ¿Quién sufre por ésto? Su pueblo fiel, la gente que Él tanto ama». Jesús, explicó el Papa Francisco concluyendo la homilía, quiere que todos se acerquen a Él. «Pensemos en el santo pueblo de Dios, pueblo sencillo, que quiere acercarse a Jesús. Y pensemos en todos los cristianos de buena voluntad que se equivocan y en lugar de abrir una puerta la cierran. Pidamos al Señor que todos aquellos que se acercan a la Iglesia encuentren las puertas abiertas para encontrar este amor de Jesús».


miércoles, 22 de mayo de 2013

COMUNIONES EN LA CAPILLA DEL ROSARIO


Con la llegada de la primavera, la Parroquia del Portil se engalana y se viste de fiesta para celebrar el próximo sábado 25 de mayo a las 11:30 hrs. en la Capilla de Ntra. Sra. del Rosario la PRIMERA COMUNIÓN de cinco de nuestros niños.
Siéntete invitado y ¡¡ven a compartir con nosotros este momento de gozo!!
Felicidades a padres y madres, familiares y amigos, y a Encarnita, la catequista. Porque sin vosotros esta tarea no hubiese sido posible.

martes, 21 de mayo de 2013

ACCIÓN DE GRACIAS - SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Dios todo poderoso y eterno, uno y trino, tres veces santo,
¿cómo nos atreveríamos a pronunciar tu nombre sublime
y llamarte Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios-Espíritu Santo.
si Jesucristo, el Hijo de Dios, no nos lo hubiera revelado?

Gracias, Padre, por el amor que en Cristo nos manifestaste;
y gracias también, porque abriendo el círculo trinitario,
nos admites en tu familia como hijos de adopción por Cristo
y por el Espíritu que nos impulsa a llamarte con verdad: ¡Padre!

Haz, Señor, que guiados por tu Espíritu, nos conduzcamos
como hijos tuyos que viven gozosos la conciencia de serlo,
y con nuestra vida te demos culto y alabanza por siempre.

Amén.


(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 498)

LECTURAS - SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD



PRIMERA LECTURA
Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso

Lectura del libro del Éxodo 34, 4b-6. 8-9
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él, proclamando:
-«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.»
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra.
Y le dijo:
-«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»
Palabra de Dios. 
Salmo responsorial
Dn 3, 52. 53. 54. 55. 56
R. A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, bendito tu nombre santo y glorioso.
R./ A ti gloria y alabanza por los siglos
 
Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
R./ A ti gloria y alabanza por los siglos.
 
Bendito eres sobre el trono de tu reino.
R./ A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.
R./ A ti gloria y alabanza por los siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo.
R./ A ti gloria y alabanza por los siglos.
 

SEGUNDA LECTURA

La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13
Hermanos:
Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Saludaos mutuamente con el beso ritual.
Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.
Palabra de Dios.
Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene. 
 

EVANGELIO

Dios mandó su Hijo para que el mundo se salve por él
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 16-18
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.Palabra del Señor.

EL FERVOR APOSTÓLICO DE SAN PABLO


Con su testimonio de la verdad, el cristiano debe «incomodar» a «nuestras estructuras cómodas», incluso a costo de acabar «en problemas», porque está animado por una «sana locura espiritual» por todas «las periferias existenciales». Siguiendo el ejemplo de san Pablo, que pasaba «de una batalla campal a otra», los creyentes no deben refugiarse «en una vida tranquila» o en componendas: hoy en la Iglesia hay demasiados «cristianos de salón, esos educados», «tibios», para quienes siempre está «todo bien», pero que no tienen dentro el ardor apostólico. Es un fuerte llamamiento a la misión —no sólo en las tierras lejanas, sino también en las ciudades— lo que el Papa Francisco lanzó el jueves 16 de mayo, por la mañana, en la misa celebrada en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.
El punto de partida de su reflexión fue el pasaje de los Hechos de los apóstoles (22, 30; 23, 6-11) que tiene como protagonista precisamente a san Pablo en medio de una de sus  «batallas campales». Pero esta vez, dijo el Papa, es una batalla «iniciada incluso en cierto sentido por él, con su astucia. Cuando se dio cuenta de la división existente entre los que le acusaban», entre saduceos y fariseos, hizo que se pusieran «uno contra el otro. Pero toda la vida de Pablo iba de batalla campal en batalla campal, de persecución en persecución. Una vida con muchas pruebas, porque incluso el Señor había dicho que éste habría sido su  destino»; un destino «con muchas cruces, pero él sigue adelante; él mira al Señor y sigue adelante».
Y «Pablo incomoda: es un hombre —explicó el Pontífice— que con su predicación, con su trabajo, con su actitud incomoda porque precisamente anuncia a Jesucristo. Y el anuncio de Jesucristo incomoda a nuestras comodidades, muchas veces a nuestras estructuras cómodas, incluso cristianas. El Señor quiere siempre que vayamos más adelante, más adelante, más adelante. Quiere «que no nos refugiemos en una vida tranquila o en las estructuras caducas. Pablo, predicando el Señor, incomodaba. Pero él seguía adelante, porque tenía en sí la actitud propiamente cristiana que es el celo apostólico. Tenía fervor apostólico. No era un hombre de componendas. ¡No! La verdad: ¡adelante! El anuncio de Jesucristo: ¡adelante! Pero esto no era sólo por su temperamento: era un hombre fogoso».
Volviendo al relato de los Hechos, el Papa evidenció cómo «el Señor también se mezcla» en la vicisitud, «porque justamente después de esta batalla campal, la noche siguiente, dice a Pablo: ¡ánimo! Sigue adelante, un poco más. Es precisamente el Señor quien le impulsa a seguir adelante: “Como has dado testimonio de mí en Jerusalén, así es necesario que des testimonio también en Roma”». Y, agregó el Papa, «entre paréntesis, a mí me gusta que el Señor se preocupe de esta diócesis desde esa época: ¡somos privilegiados!».
«El celo apostólico —precisó— no es un entusiasmo para tener el poder, para tener algo. Es algo que viene de dentro y que el mismo Señor quiere de nosotros: cristiano con celo apostólico. ¿De dónde viene este celo apostólico? Viene del conocimiento de Jesucristo. Pablo se encontró con Jesucristo, pero no con un conocimiento intelectual, científico —es importante porque nos ayuda— sino con el conocimiento primero, con el conocimiento del corazón, del encuentro personal. El conocimiento de Jesús que me ha salvado y murió por mí: es ese propiamente el punto del conocimiento más profundo de Pablo. Y eso lo impulsa a seguir adelante, anunciar a Jesús».
He aquí entonces que para Pablo «no termina una cuestión que ya comienza otra. Está siempre en dificultades, pero en dificultades no por dificultades en sí, sino por Jesús: anunciando a Jesús, las consecuencias son estas. Conocer a Jesucristo hace que él sea un hombre con este fervor apostólico. Está en esta Iglesia y piensa en la otra, va a la otra y luego regresa a ésta, y va hacia otra. Esto es una gracia. El fervor apostólico, el celo apostólico, es una actitud cristiana».
El Papa Francisco hizo luego referencia a los «Exercitia spiritualia» de san Ignacio de Loyola, sugiriendo la pregunta: «Si Cristo hizo esto por mí, ¿qué debo hacer yo por Cristo?». Y respondió: «El fervor apostólico el celo apostólico se comprende sólo en un ambiente de amor: sin el amor no se comprende porque el celo apostólico tiene algo de locura, pero de locura espiritual, de sana locura. Y Pablo tenía esta sana locura».
«Quien custodia propiamente el celo apostólico —prosiguió el Pontífice— es el Espíritu Santo; quien hace crecer el celo apostólico es el Espíritu Santo: nos da ese fuego interior para seguir adelante en el anuncio de Jesucristo. A Él debemos pedir la gracia del celo apostólico». Y esto vale «no sólo para los misioneros, que son muy capaces. Estos días  he encontrado a algunos: “Ah padre, desde hace sesenta años soy misionero en el Amazonas”. Sesenta años y adelante, ¡adelante! En la Iglesia hay ahora muchos y celosos misioneros: hombres y mujeres que siguen adelante, que tienen este fervor. Pero en la Iglesia hay también cristianos tibios, con una cierta tibieza, que no sienten seguir adelante, son buenos. Están también los cristianos de salón. Esos educados, todo bien, pero no saben hacer hijos a la Iglesia con el anuncio y el fervor apostólico».
El Papa invocó al Espíritu Santo para que «nos done este fervor apostólico a todos nosotros; nos dé también la gracia de incomodar a las cosas que son demasiado tranquilas en la Iglesia; la gracia de seguir adelante hacia las periferias existenciales. La Iglesia necesita mucho de esto. No sólo en tierras lejanas, en las Iglesias jóvenes, en los pueblos que aún no conocen a Jesucristo. Sino aquí en la ciudad, precisamente en la ciudad, necesitan este anuncio de Jesucristo. Por lo tanto, pidamos al Espíritu Santo esta gracia del celo apostólico: cristianos con celo apostólico. Y si incomodamos, bendito sea el Señor. Adelante, como dice el Señor a Pablo: “¡Ánimo!”».

martes, 14 de mayo de 2013

ACCIÓN DE GRACIAS - SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS


 
Hoy te bendecimos, Padre, porque todos hemos sido bautizados
En Cristo y en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo,
En el que la diversidad de sus miembros no rompa la unidad. 
Gracias, Señor, por la riqueza de carismas en tu Iglesia
Mediante las diversas vocaciones al seguimiento de Cristo:
En la vida apostólica, la teología, la catequesis, la enseñanza,
La educación de niños y jóvenes, la atención a los marginados,
La asistencia a los pobres, enfermos y ancianos abandonados.
En todos ellos se manifiesta tu Espíritu para el bien común. 
¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra y  renueva
Entre nosotros los prodigios de un nuevo Pentecostés!

Amén.

(Tomado de B. Caballero: La Palabra de cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 495)

LECTURAS - DOMINGO DE PENTECOSTES



PRIMERA LECTURA
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.

Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
-No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, cómo es que cada uno los olmos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua
Palabra de Dios.

Salmo responsorial 
Sal 103, lab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 (R.: cf. 30)

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. / o bien: Aleluya.
Bendice, alma mía, al Señor:
Dios mío, qué grande eres!
Cuántas 'Son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.
Les retiras el aliento,
y expiran y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R.

SEGUNDA LECTURAHemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13Hermanos:
Nadie puede decir: Jesús es Señor, si no es bajo la acción del Espíritu Santo.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios.

SECUENCIA
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Aleluya
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.

EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. 
Recibid el Espíritu Santo 

Lectura del santo evangelio según San Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: "Paz a vosotros".
   Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
    Jesús repitió:
    Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

    Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Palabra del Señor.

CRISTO ES LA PUERTA DEL REINO


Existe sólo una puerta para entrar en el Reino de Dios. Esa puerta es Jesús. Cualquiera que intente entrar por otro camino es «un ladrón» o «un bandido»; o bien es «un ambicioso que piensa sólo en su beneficio», en su gloria, y roba la gloria a Dios. El Papa Francisco durante la misa que celebró el lunes 22 de abril por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae, propuso de nuevo a Jesús como el centro de la vicisitud humana y recordó que nuestra religión no es una religión «de negocio».
Comentando las lecturas de la liturgia del día, tomadas de los Hechos de los apóstoles (11, 1-18) y del Evangelio de Juan (10, 1-10), el Pontífice recordó que en ellas «se repite el verbo “entrar”. Primero, cuando Pedro sube a Jerusalén y es reprochado: “Has entrado en casa de paganos”. Luego, Pedro relata la historia, cuenta cómo entró. Jesús es muy explícito en esto: “quien non entra en el aprisco de las ovejas por la puerta, no es el pastor”». Para entrar en el Reino de Dios, en la comunidad cristiana, en la Iglesia, «la puerta – explicó el Papa – la verdadera puerta, la única puerta es Jesús. Nosotros debemos entrar por esa puerta. Jesús es explícito: “quien no entra en el aprisco de las ovejas por la puerta – que Él mismo dice 'yo soy' – sino que entra por otra parte, es un ladrón o un bandido”, uno que quiere beneficiarse a sí mismo».
Esto, notó el Pontífice, sucede «también en las comunidades cristianas. Existen estos salteadores, ¿no?, que buscan su propio beneficio. Conscientemente o inconscientemente fingen entrar; pero son ladrones y bandidos. ¿Por qué? Porque roban la gloria a Jesús, quieren su propia gloria. Esto es lo que Jesús decía a los fariseos: “vosotros intercambiáis la gloria uno al otro...”. Una religión en cierto sentido por negocio, ¿no? “Yo te doy gloria y tú me la das a mí”. Pero estos no han entrado por la puerta verdadera. La puerta es Jesús, y quien no entra por esta puerta se equivoca».
Pero ¿cómo entender que la puerta verdadera es Jesús? «Toma las bienaventuranzas y haz lo que dicen las bienaventuranzas» fue la respuesta del Pontífice. De este modo «eres humilde, eres pobre, eres manso, eres justo»; y cuando alguien hace otra propuesta, «no la escuches: la puerta siempre es Jesús y quien entra por esa puerta no se equivoca». Jesús «no sólo es la puerta: es el camino, es la vía. Existen muchos senderos, tal vez más ventajosos para llegar», pero son engañosos, «no son verdaderos: son falsos. Sólo Jesús es el camino. Alguien de vosotros dirá: “¡Padre, ¿usted es fundamentalista?!”. No. Sencillamente es lo que dijo Jesús: “Yo soy la puerta”, “Yo soy el camino” para daros la vida. Sencillamente. Es una puerta hermosa, una puerta de amor, es una puerta que no nos engaña, no es falsa. Siempre dice la verdad. Pero con ternura, con amor».
Lamentablemente, observó el Santo Padre, el hombre sigue siendo tentado aún hoy por aquello que estuvo al inicio: el pecado original, es decir, el «deseo de tener la llave para interpretar todo, la llave y el poder de hacer nuestro camino, cualquiera que sea, de encontrar nuestra puerta, cualquiera que esa sea. Esa es la primera tentación: “conoceréis todo”. A veces tenemos la tentación de querer ser demasiado dueños de nosotros mismos y no humildes hijos y siervos del Señor. Esta es la tentación de buscar otras puertas u otras ventanas para entrar en el Reino de Dios». Donde en cambio, «se entra sólo por la puerta que se llama Jesús», esa puerta que nos conduce por «un camino que se llama Jesús y nos lleva a la vida que se llama Jesús. Todos aquellos que hacen otra cosa – dice el Señor – que suben para entrar por la ventana, son “ladrones y bandidos”. Es sencillo el Señor. No habla difícil: Él es sencillo».
El Papa concluyó invitando a los presentes a rezar para obtener «la gracia de tocar siempre esa puerta» que a veces está cerrada; estamos tristes, desolados y «tenemos problemas para tocar esa puerta». El Pontífice invitó a rezar precisamente para encontrar la fuerza de «no ir a buscar otras puertas que parecen más fáciles, más confortables, más al alcance de la mano», y seguir en cambio buscando «siempre esa: Jesús. Jesús no defrauda jamás, Jesús no engaña, Jesús no es un ladrón, no es un bandido. Dio su vida por mí. Cada uno de nosotros debe decir esto: “Tú que has dado la vida por mí, por favor, abre, para que pueda entrar”. Pidamos esta gracia. Tocar siempre esa puerta y decir al Señor: “abre, Señor, que quiero entrar por esta puerta. Quiero entrar por esta puerta, no por la otra”».
 

lunes, 13 de mayo de 2013

La Parroquia El Portil y Nuevo Portil ya tiene FACEBOOK!!

Os dejo un enlace para que podáis entrar a visitarlo, nos agreguéis a vuestro facebook, dejéis vuestras impresiones, ideas y consejos; en definitiva para que participéis activamente y lo deis a conocer a vuestros seres queridos.

jueves, 9 de mayo de 2013

ACCIÓN DE GRACIAS - ASCENCIÓN DEL SEÑOR


Dios Padre nuestro, hoy se llena de júbilo nuestro corazón
por la glorificación de Cristo Jesús. Él es el hombre nuevo;
y en su exaltación gloriosa es dignificada la naturaleza humana.
Por todo ello alabanza a ti, y gozo y esperanza para tus hijos:
Donde está Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar nosotros.

Ilumina los ojos de nuestro corazón para que comprendamos
cuál es la esperanza a la que nos llama en Cristo resucitado
y cuál la riqueza de la gloria que tú das a tus elegidos.

Mientras tanto, queremos cumplir la tarea que Él confió:
anunciar a todos la buena nueva de tu amor de tu salvación.
Danos la luz y la fuerza de tu Espíritu para esta misión.

Amén.


(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 489)

Lecturas del Domingo de la Ascención del Señor.


Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los Apóstoles que había elegido. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del Reino de Dios.
Mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó:
— «No se alejen de Jerusalén; aguarden que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo les he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días ustedes serán bautizados con Espíritu Santo».
Ellos lo rodearon preguntándole:
— «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó:
— «No les toca a ustedes conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su autoridad. Pero recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».
Dicho esto, lo vieron elevarse, hasta que una nube lo ocultó de la vista de ellos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
— «Galileos, ¿porqué permanecen mirando al cielo? El mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo volverá como lo han visto partir».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
Sal 46, 2-3.6-9: “Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas”
Aplaudan pueblos todos,
aclamen a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
toquen para Dios, toquen,
toquen para nuestro Rey, toquen. R.
Porque Dios es el rey del mundo;
toquen con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.


Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios 1,17- 23
Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo plenamente. Ilumine los ojos de su corazón, para que comprendan ustedes cuál es la esperanza a la que los llama, la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y la extraordinaria grandeza de su poder con que Él obra en nosotros, los que creemos, por la eficacia de su fuerza poderosa que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, constituyéndolo cabeza suprema de la Iglesia. Ella es su cuerpo, plenitud de Aquel que llena completamente todas las cosas.
Palabra de Dios.


Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 24, 46-53
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Ustedes son testigos de todo esto. Yo les enviaré lo que mi Padre ha prometido; permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo Alto».
Después los llevó hacia Betania y, elevando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el Cielo.
Ellos se postraron ante Él y volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor.

BENDITA VERGÜENZA



El confesionario no es una «tintorería» que quita las manchas de los pecados, ni una «sesión de tortura» donde se dan bastonazos. La confesión es, en efecto, el encuentro con Jesús, y donde se experimenta su ternura. Pero es necesario acercarse al sacramento sin maquillajes o medias verdades, con mansedumbre y con alegría, confiados y armados de esa «bendita vergüenza», la «virtud del humilde» que nos hace reconocer pecadores. El Papa Francisco dedicó a la reconciliación la homilía de la misa celebrada el lunes 29 de abril, por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.
El Papa inició la homilía con una reflexión sobre la primera Carta de san Juan (1, 5-2,2), donde el apóstol «habla a los primeros cristianos y lo hace con sencillez: “Dios es luz y en Él no hay tiniebla alguna”. Pero “si decimos que estamos en comunión con Él”, amigos del Señor, “y caminamos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad”. Y a Dios es necesario adorarlo en espíritu y en verdad».
«¿Qué significa —se preguntó el Papa— caminar en las tinieblas? Porque todos nosotros contamos con la oscuridad en nuestra vida, incluso con momentos donde todo, incluso la propia conciencia, está a oscuras, ¿no? Caminar en las tinieblas significa estar satisfecho de sí mismo, estar convencido de no tener necesidad de salvación. ¡Esas son las tinieblas!». Y, prosiguió, «cuando uno sigue adelante por este camino de las tinieblas, no es fácil dar un paso hacia atrás. Por eso san Juan continúa, tal vez este modo de pensar lo hizo reflexionar: “Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros”. Mirad vuestros pecados, nuestros pecados: todos somos pecadores, todos. Este es el punto de partida».
«Pero si confesamos nuestros pecados —explicó el Pontífice— Él es fiel, es justo, tanto que perdona nuestros pecados y nos purifica de toda iniquidad. Es el Señor bueno, fiel y justo que nos perdona. Cuando el Señor nos perdona hace justicia. Sí, hace justicia primero a sí mismo, porque Él ha venido para salvar y cuando nos perdona hace justicia a sí mismo. “Soy tu salvador”, y nos acoge». Lo hace con el espíritu del Salmo 102: «“Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por los que le temen”, hacia los que van a Él. La ternura del Señor nos comprende siempre, pero incluso no nos deja hablar: Él lo sabe todo. “Estad tranquilo, puedes ir en paz”, esa paz que sólo Él da».
Es lo que «sucede en el sacramento de la Reconciliación. Muchas veces —dijo el Santo Padre— pensamos que ir a confesarnos es como ir a la tintorería. Pero Jesús en el confesionario no es una tintorería». La confesión es «un encuentro con Jesús que nos espera como somos. “Pero, Señor, oye, soy así”. Nos da vergüenza decir la verdad: hice esto, pensé esto. Pero la vergüenza es una auténtica virtud cristiana y también humana. La capacidad de avergonzarse: no sé si en italiano se dice así, pero en nuestra tierra a quienes no pueden avergonzarse, les dicen “sinvergüenza”. Esto es “un sin vergüenza”, porque no tiene la capacidad de avergonzarse. Y avergonzarse es una virtud del humilde».
El Papa Francisco retomó el pasaje de la carta de san Juan. Son palabras, dijo, que invitan a tener confianza: «El Paráclito está a nuestro lado y nos sostiene ante el Padre. Él sostiene nuestra débil vida, nuestro pecado. Nos perdona. Él es precisamente nuestro defensor, porque nos sostiene. Entonces, ¿cómo debemos ir al Señor, así, con nuestra verdad de pecadores? Con confianza, también con alegría, sin maquillarnos. Nunca debemos maquillarnos delante de Dios. Con la verdad. ¿Con vergüenza? Bendita vergüenza, esta es una virtud».
Jesús nos espera a cada uno de nosotros, reafirmó citando el Evangelio de Mateo (11,  25-30): «“Venid a mí, vosotros que estáis cansados y agobiados”, incluso por el pecado, “y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Esta es la virtud que Jesús nos pide: la humildad y la mansedumbre».
«Humildad y mansedumbre —prosiguió— son como el marco de una vida cristiana. Un cristiano va siempre así, con humildad y con mansedumbre. Y Jesús nos espera para perdonarnos. Podemos hacerle una pregunta: ir a confesarse, ¿no es entonces ir a una sesión de tortura? ¡No! Es ir a alabar a Dios, porque yo pecador he sido salvado por Él. ¿Y Él me espera para apalearme? No, me espera con ternura para perdonarme. ¿Y si mañana hago lo mismo? Vas otra vez, y vas, y vas, y vas. Él siempre nos espera. Esta ternura del Señor, esta humildad, esta mansedumbre».
El Papa, por último, invitó a tener confianza en las palabras del apóstol Juan: «Si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre». Y concluyó: «esto nos alivia. Es hermoso, ¿eh? ¿Y si sentimos vergüenza? Bendita vergüenza, porque es una virtud. El Señor nos da esta gracia, esta valentía para ir siempre a Él con la verdad, porque la verdad es luz. Y no con las tinieblas de las medias verdades o de las mentiras ante Dios».