La comparación y la parábola del evangelio de hoy no puede ser más explícita: somo sal y somos luz.
No se puede ocultar: la sal y la luz tienen una misión y la cumplen. No pueden no hacerlo.
La sal da sabor y la luz da color a las cosas. Eso es lo que debemos hacer nosotros los cristianos y los que nos encomienda hacer Jesús en medio de esta sociedad sin sabor y sin color.
Démosle ese color y ese sabor al mundo desde nuestras convicciones cristianas. Dios nos da fuerza para ello. Hablemos de Jesús a nuestros hermanos siendo sal y siendo luz.
¡Feliz día del Señor!
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