El Santo Padre invitó a pedir a Dios que el Espíritu Santo nos haga testigos
Ser cristiano no es pertenecer a un estatus social; ser cristianos significa ser testigos de obediencia a Dios, como hizo Jesús, aunque la consecuencia sean las persecuciones, invitando a pedir a Dios que el Espíritu Santo nos haga testigos.
Esta respuesta la da san Pedro cuando después de haber sido liberados de la cárcel por un ángel es llevado junto a los Apóstoles ante el sanedrín. Les había sido prohibido enseñar en el nombre de Jesús pero a pesar de ello llenaron Jerusalén con su enseñanza.
El Pontífice partió del episodio narrado en la Primera Lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles y recordó los primeros meses de la Iglesia, cuando la comunidad aumentaba y había tantos milagros. Estaba la fe del pueblo y no faltaban los “pequeños astutos que querían hacer carrera” como Ananías y Safira.
Pedro, que por temor había traicionado a Jesús ahora en cambio responde que “es necesario obedecer a Dios en lugar de a los hombres”. Esta respuesta hace comprender que “el cristiano es testigo de obediencia”, como Jesús cuando se sacrificó y en el huerto de los olivos y dijo al Padre: “Que se haga tu voluntad, no la mía”.
“El cristiano es un testigo de obediencia y si nosotros no vamos por este camino de crecimiento en el testimonio de la obediencia, no somos cristianos. Al menos caminar por este camino: testigo de obediencia. Como Jesús. No es testigo de una idea, de una filosofía, de una empresa, de un banco, de un poder: es testigo de obediencia. Como Jesús”, dijo.
Además ser “testigos de obediencia” es “una gracia del Espíritu Santo”. Porque “solo el Espíritu puede hacernos testigos de obediencia. ‘No, yo voy a ver a aquel maestro espiritual, yo leo este libro…’. Todo está bien, pero sólo el Espíritu puede cambiarnos el corazón y puede hacernos a todos testigos de obediencia. Es una obra del Espíritu y debemos pedirlo, es una gracia que hay que pedir: ‘Padre, Señor Jesús, enviadme vuestro Espíritu para que yo llegue a ser un testigo de obediencia’, es decir un cristiano”, dijo.
Como relata la Primera Lectura, ser testigos de obediencia tiene consecuencias, de hecho después de la respuesta de Pedro, querían matarlo.
“Las consecuencias del testigo de obediencia son las persecuciones. Cuando Jesús enumera las Bienaventuranzas termina diciendo: ‘Bienaventurados los que son perseguidos, insultados’. La cruz no se puede quitar de la vida de un cristiano.
La vida de un cristiano no es un estatus social, no es un modo de vivir una espiritualidad que me hace bueno, que me hace un poco mejor. Esto no basta. La vida de un cristiano es el testimonio de obediencia y la vida de un cristiano está llena de calumnias, habladurías y persecuciones”.
Para ser testigos de obediencia como Jesús hay que rezar, reconocerse pecadores, con tantas “mundanidades” en el corazón y por ello pedir a Dios “la gracia de llegar a ser testigo de obediencia” y no tener miedo cuando llegan las persecuciones, las calumnias, porque el Señor dijo que cuando estemos ante el Juez, será el Espíritu quien nos sugerirá qué responder”.
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