Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

martes, 14 de mayo de 2013

CRISTO ES LA PUERTA DEL REINO


Existe sólo una puerta para entrar en el Reino de Dios. Esa puerta es Jesús. Cualquiera que intente entrar por otro camino es «un ladrón» o «un bandido»; o bien es «un ambicioso que piensa sólo en su beneficio», en su gloria, y roba la gloria a Dios. El Papa Francisco durante la misa que celebró el lunes 22 de abril por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae, propuso de nuevo a Jesús como el centro de la vicisitud humana y recordó que nuestra religión no es una religión «de negocio».
Comentando las lecturas de la liturgia del día, tomadas de los Hechos de los apóstoles (11, 1-18) y del Evangelio de Juan (10, 1-10), el Pontífice recordó que en ellas «se repite el verbo “entrar”. Primero, cuando Pedro sube a Jerusalén y es reprochado: “Has entrado en casa de paganos”. Luego, Pedro relata la historia, cuenta cómo entró. Jesús es muy explícito en esto: “quien non entra en el aprisco de las ovejas por la puerta, no es el pastor”». Para entrar en el Reino de Dios, en la comunidad cristiana, en la Iglesia, «la puerta – explicó el Papa – la verdadera puerta, la única puerta es Jesús. Nosotros debemos entrar por esa puerta. Jesús es explícito: “quien no entra en el aprisco de las ovejas por la puerta – que Él mismo dice 'yo soy' – sino que entra por otra parte, es un ladrón o un bandido”, uno que quiere beneficiarse a sí mismo».
Esto, notó el Pontífice, sucede «también en las comunidades cristianas. Existen estos salteadores, ¿no?, que buscan su propio beneficio. Conscientemente o inconscientemente fingen entrar; pero son ladrones y bandidos. ¿Por qué? Porque roban la gloria a Jesús, quieren su propia gloria. Esto es lo que Jesús decía a los fariseos: “vosotros intercambiáis la gloria uno al otro...”. Una religión en cierto sentido por negocio, ¿no? “Yo te doy gloria y tú me la das a mí”. Pero estos no han entrado por la puerta verdadera. La puerta es Jesús, y quien no entra por esta puerta se equivoca».
Pero ¿cómo entender que la puerta verdadera es Jesús? «Toma las bienaventuranzas y haz lo que dicen las bienaventuranzas» fue la respuesta del Pontífice. De este modo «eres humilde, eres pobre, eres manso, eres justo»; y cuando alguien hace otra propuesta, «no la escuches: la puerta siempre es Jesús y quien entra por esa puerta no se equivoca». Jesús «no sólo es la puerta: es el camino, es la vía. Existen muchos senderos, tal vez más ventajosos para llegar», pero son engañosos, «no son verdaderos: son falsos. Sólo Jesús es el camino. Alguien de vosotros dirá: “¡Padre, ¿usted es fundamentalista?!”. No. Sencillamente es lo que dijo Jesús: “Yo soy la puerta”, “Yo soy el camino” para daros la vida. Sencillamente. Es una puerta hermosa, una puerta de amor, es una puerta que no nos engaña, no es falsa. Siempre dice la verdad. Pero con ternura, con amor».
Lamentablemente, observó el Santo Padre, el hombre sigue siendo tentado aún hoy por aquello que estuvo al inicio: el pecado original, es decir, el «deseo de tener la llave para interpretar todo, la llave y el poder de hacer nuestro camino, cualquiera que sea, de encontrar nuestra puerta, cualquiera que esa sea. Esa es la primera tentación: “conoceréis todo”. A veces tenemos la tentación de querer ser demasiado dueños de nosotros mismos y no humildes hijos y siervos del Señor. Esta es la tentación de buscar otras puertas u otras ventanas para entrar en el Reino de Dios». Donde en cambio, «se entra sólo por la puerta que se llama Jesús», esa puerta que nos conduce por «un camino que se llama Jesús y nos lleva a la vida que se llama Jesús. Todos aquellos que hacen otra cosa – dice el Señor – que suben para entrar por la ventana, son “ladrones y bandidos”. Es sencillo el Señor. No habla difícil: Él es sencillo».
El Papa concluyó invitando a los presentes a rezar para obtener «la gracia de tocar siempre esa puerta» que a veces está cerrada; estamos tristes, desolados y «tenemos problemas para tocar esa puerta». El Pontífice invitó a rezar precisamente para encontrar la fuerza de «no ir a buscar otras puertas que parecen más fáciles, más confortables, más al alcance de la mano», y seguir en cambio buscando «siempre esa: Jesús. Jesús no defrauda jamás, Jesús no engaña, Jesús no es un ladrón, no es un bandido. Dio su vida por mí. Cada uno de nosotros debe decir esto: “Tú que has dado la vida por mí, por favor, abre, para que pueda entrar”. Pidamos esta gracia. Tocar siempre esa puerta y decir al Señor: “abre, Señor, que quiero entrar por esta puerta. Quiero entrar por esta puerta, no por la otra”».
 

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