En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, Francisco indica que el Señor ‘apuesta’ fuertemente por nosotros y permanece fiel en esta actitud.
El papa Francisco en su homilía de la misa celebrada ayer viernes por la mañana en la capilla de la casa Santa Marta, señaló que para escuchar la voz del Señor es necesario volverse pequeños.
En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús el Papa explica que debemos celebrar con alegría, los grandes misterios de nuestra fe, de la salvación, de su amor por nosotros, partiendo de la Primera Lectura en la que Moisés dice que ‘Dios nos ha elegido para ser su pueblo de entre todos los pueblos de la tierra’.
Y se detuvo en dos palabras: ‘elegir’ y ‘pequeñez’. Puntualizó así la primera: “No hemos sido nosotros quienes lo elegimos a Él, sino que es Dios quien se ha hecho nuestro prisionero”.
“Se ha ligado a nuestra vida, no puede separarse. ¡Ha apostado fuertemente!, y permanece fiel en esta actitud. Hemos sido elegidos por amor y ésta es nuestra identidad”.
Alguien podría decir: ‘Yo he elegido esta religión, he elegido…’,
“No, tú no has elegido. Es Él quien te ha elegido a ti, te ha llamado y se ha unido. Y ésta es nuestra fe. Si nosotros no creemos esto, no entendemos lo que es el mensaje de Cristo, no comprendemos el Evangelio”.
En cuanto a la segunda palabra, ‘pequeñez’ Francisco recordó que “Moisés especifica que el Señor ha elegido al pueblo de Israel porque es el más pequeño de todos los pueblos”.
“Se ha enamorado de nuestra pequeñez y por esto nos ha elegido. Él elige a los pequeños: no a los grandes, a los pequeños. Y Él se revela a los pequeños: ‘Has escondido estas cosas a los sabios y a los doctos y las has revelado a los pequeños’. Él se revela a los pequeños: si uno quiere comprender algo del misterio de Jesús, que se disminuya, que se vuelva pequeño. Reconozca que no es nada. Y no sólo elige y se revela a los pequeños, sino que llama a los pequeños: ‘Venid a mí, todos los que estais cansados y oprimidos: yo os daré descanso’. Vosotros que soys los más pequeños, por los sufrimientos, por el cansancio… Él elige a los pequeños, se revela a los pequeños y llama a los pequeños”.
Y pregunta: “Pero, ¿a los grandes no los llama? Su corazón está abierto, pero los grandes no logran oír su voz porque están llenos de sí mismos. Para escuchar la voz del Señor, es necesario volverse pequeños”.
Llegamos así al misterio del corazón de Cristo, que no es una 'imagencita’ para los devotos. Es “el corazón de la revelación, el corazón de nuestra fe porque Él se ha hecho pequeño, ha elegido ese camino”.
“Creemos en Dios, sí; sí, también en Jesús, sí… ¿Jesús es Dios?’, ‘Sí’. Y el misterio es éste. Ésta es la manifestación, ésta es la gloria de Dios. Fidelidad al elegir, al unirse y pequeñez también para sí mismo: llegar a ser pequeño, anonadarse. El problema de la fe es el núcleo de nuestra vida: podemos ser tan, tan virtuosos, pero con nada o poca fe; debemos comenzar desde aquí, del misterio de Jesucristo que nos ha salvado con su fidelidad”.
El Pontífice concluyó pidiendo al Señor que nos conceda la gracia de celebrar en el corazón de Jesucristo “las grandes gestas, las grandes obras de la salvación, las grandes obras de la redención”.
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