Es necesario bendecirte, Señor, porque eres Padre bueno
Que nos amas, nos aceptas y nos perdonas gratuitamente.
Dichoso el que experimenta tu amor y tu misericordia,
Como David o la mujer sin nombre del evangelio de hoy.
Feliz el que se sabe aceptado y querido locamente por ti,
A pesar de su condición limitada y su miseria sin fondo.
¡Qué asombroso beneficio el de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y cariño nos has demostrado!
Para rescatar al esclavo, entregaste a Jesús, tu Hijo.
¡Feliz culpa que nos ha merecido tal Redentor!
Por el amor y el perdón que nos ofreces, ¡bendito seas, Señor!
Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 533)
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