Las
Bienaventuranzas son el programa de vida del cristiano. es necesario tener el coraje de la mansedumbre para
derrotar al odio. Las
Bienaventuranzas son el “programa”, la “tarjeta de identidad del cristiano”.
Si alguno de
vosotros hace la pregunta: ‘¿Qué hay que hacer para convertirse en un buen
cristiano?’”, aquí encontramos la respuesta de Jesús que nos indica cosas tan
contracorriente” respecto a lo que habitualmente “se hace en el mundo”,
Bienaventurados los pobres en el espíritu: “Las
riquezas no te aseguran nada. Es más, cuando el corazón es rico, está tan
satisfecho de sí mismo, que no deja lugar para la Palabra de Dios”.
Bienaventurados los que lloran, porque serán
consolados: “Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión,
eso es lo bello de la vida. Pero ignora, mira hacia otro lado, cuando aparecen
problemas de enfermedad, de dolor en la familia”.
El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las
situaciones dolorosas, taparlas. Sólo la persona que ve las cosas
como son, y llora en su corazón, es feliz y será consolada. El consuelo de
Jesús, no el del mundo”.
Bienaventurados
los mansos en este mundo que desde el principio es un mundo de guerras, un
mundo donde se pelea en todas partes, donde en cualquier lugar se da el odio.
Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, sino paz y mansedumbre”. Si yo soy
“manso en la vida”, prosiguió, “pensarán que soy tonto”. Que piensen lo que
quieran, “pero tú sé manso, porque con esa mansedumbre recibirás de herencia la
Tierra”.
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia: bienaventurados “los que luchan por la
justicia, para que haya justicia en el mundo”. Es muy fácil
entrar en las garras de la corrupción”, en esa “política cotidiana del do ut des. Todo
es un negocio”. Y “¡cuántas injusticias! ¡cuánta gente que sufre por estas
injusticias!”. Jesús dice: “bienaventurados los que luchan contra estas
injusticias”.
Bienaventurados los misericordiosos porque ellos
encontrarán misericordia. Los misericordiosos, “los que perdonan, los que
entienden los errores de los demás”. Jesús no dice “bienaventurados los que se
vengan, los que recurren a la venganza”. Bienaventurados los que perdonan, los
misericordiosos. ¡Porque nosotros somos un ejército de perdonados! –exclamó-.
Todos nosotros hemos sido perdonados. Y por esto es bienaventurado el que va
por el camino del perdón”.
Bienaventurados los puros de corazón, que tienen un
corazón sencillo, puro, sin porquería, un corazón que sabe amar con esa pureza
tan bella.
Bienaventurados los que trabajan por la paz. “Pero,
lo común para nosotros es ser agentes de la guerra o trabajadores de
malentendidos. Cuando escucho una cosa y voy a otro y la digo haciendo una
segunda edición un poco más elaborada y la cuento… El mundo de la maledicencia.
Esta gente que murmura, no hace la paz, son enemigos de la paz. No son
bienaventurados”.
Bienaventurados los perseguidos por la justicia:
Cuánta gente “es perseguida simplemente por haber peleado en pro de la
justicia”.
Esto de las Bienaventuranzas, “es el programa de
vida que nos propone Jesús”, “muy sencillo, pero muy difícil”.
“Si nosotros
queremos algo más, Jesús nos da también otras indicaciones”, el “protocolo
sobre el que seremos juzgados”, en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo.
Santa Marta, 9 de junio de 2.014
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