Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

jueves, 2 de enero de 2014

MENSAJE NAVIDEÑO DEL PAPA: "LA PAZ ES ARTESANAL"

Relee, el Papa Francisco, algunas de entre las páginas más tristes del año que está por terminar, antes de invocar sobre la Ciudad y el mundo el don de la paz. Una paz, dice, que debe ser fruto del compromiso común de todos los hombres, sin distinción alguna.
También con ocasión de su primer mensaje urbi et orbi se asoma, y es la tercera vez, al balcón de las bendiciones con la sencillez de su sotana blanca y que pronuncia palabras fuertes. Recuerda a todos que la paz no es un equilibrio entre «fuerzas opuestas» ni «pura “fachada”, que esconde luchas y divisiones». La paz es un compromiso de todos los días, que para construirla es necesario el trabajo de todos los hombres unidos en una obra de fina artesanía.
No por casualidad dice fuerte que «la paz es artesanal», precisamente porque debe ser forjada casi con las manos desnudas. Manos, repite, caldeadas «por la ternura de Dios». Y es necesario buscar las manos de Dios, sus caricias que «no producen heridas» sino que dan precisamente «paz y fuerza».
Estar unidos para construir la paz. Parece ser la palabra clave de esta Navidad 2013. Ya en la misa de la vigilia el Papa Francisco había renovado la invitación a caminar juntos para iluminar con la luz de Dios el futuro de la humanidad. Pero caminar juntos, precisó, no quiere decir transformarse en un pueblo errante: significa más bien ir al encuentro de Jesús, dijo, a fin de que Él nos conduzca a la tierra prometida.
Un camino ciertamente difícil, marcado por etapas dolorosas. El Pontífice recordó las más dramáticas: el sufrimiento del pueblo sirio; la «a menudo olvidada» República Centroafricana; las víctimas de Sudán del Sur devastado por luchas intestinas; las causadas por la intolerancia religiosa en tantos, en demasiados Estados del mundo. Quienes sufren más por ello, destacó el Pontífice, son los cristianos, obligados a sufrir acusaciones injustas hasta el punto de convertirse en objeto de violencias y discriminaciones. Y son muchos, «más numerosos que en los primeros tiempos de la Iglesia», dijo una vez más el Papa. Hay que rezar por ellos. Pero no es suficiente. Es necesario que se tome conciencia de la urgencia de asegurar a todos los creyentes el derecho a la libertad de religión pero no sólo en papel: en muchos países que proclaman garantizarla «especialmente los cristianos —fue la denuncia del Papa— encuentran límites y discriminaciones».
   
 
 

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