Hoy te
alabamos, Padre del cielo, porque en la resurrección de tu
Hijo, Cristo Jesús, lo constituiste Rey y Señor universal de
todo lo creado con un poder y un reino eterno
que no cesarán.
Gracias también, porque, a su vez, Cristo ha hecho de nosotros, los bautizados en Él, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Haz, Señor, que venga tu reino al mundo de los hombres, y danos la fuerza de tu Espíritu para mantener irrevocable nuestra entrega personal a la construcción de tu reinado en nuestro mundo: tu reino de verdad y de vida, tu reino de santidad y gracia, de justicia, de amor y de paz.
Así merecemos alanzar de ti el reino eterno con Cristo.
Gracias también, porque, a su vez, Cristo ha hecho de nosotros, los bautizados en Él, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Haz, Señor, que venga tu reino al mundo de los hombres, y danos la fuerza de tu Espíritu para mantener irrevocable nuestra entrega personal a la construcción de tu reinado en nuestro mundo: tu reino de verdad y de vida, tu reino de santidad y gracia, de justicia, de amor y de paz.
Así merecemos alanzar de ti el reino eterno con Cristo.
Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 602)
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 602)
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