Hoy salta de gozo nuestro corazón y bendice, Dios Padre,
porque Jesús fue acusado de acoger a los pecadores y marginados.
En las parábolas de la misericordia Él nos dejó una radiografía
de tu corazón compasivo de padre que sale al encuentro de todos,
y se alegra mucho más por haber recuperado a la oveja perdida
que por otras noventa y nueve que ya están en casa.
Danos, Señor, una participación de tu amor, que no margina
a nadie, sino que se hace el encontradizo con todo necesitado.
Siguiendo el ejemplo de Jesús, queremos servir a los hermanos
con alegre sonrisa, compartiendo sus angustias y esperanzas
para recorrer con ellos el camino que nos lleva hasta ti.
Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 572)
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