Señor
Jesús, como a Pedro, hoy tú nos preguntas también:
¿Me
amas? Sí, Señor: pero concédenos amarte todavía mucho más
con
un corazón caldeado por el fuego inextinguible de tu amor.
Tú
nos abriste el camino que lleva hasta el Padre
y,
gracias a ti, la vida es mucho más fuerte que la muerte.
Estamos
seguros por la fe de que vives en nosotros
y
estás presente en cada hombre y mujer, nuestros hermanos.
Haz
que nos entreguemos a la apasionante tarea de amarte,
queriendo
sin medida a los demás con el amor con que tú los amas.
Danos
la fuerza de tu Espíritu para ser tus testigos siempre,
y
obedecer la voluntad de Dios si temor a nada ni a nadie.
Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 477)
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