Te bendecimos y te damos gracias, dios uno y trino,
porque haces comunión y moras personalmente en los que te aman.
Tú que eres amor y la fuente inagotable del mismo,
haz que guardemos los mandatos de Cristo para mantenernos
en su amistad mediante el amor y la obediencia de la fe.
Gracias también porque Cristo, selló con su sangre
una nueva alianza en el Espíritu, anulando las viejas mediaciones
e inaugurando una nueva religión en espíritu y en verdad.
Desde entonces él es nuestra paz y bendición definitivas.
Colma, Señor, nuestra larga espera y hambre de ti
y haz de nosotros tu lugar de morada para siempre.
Amén.
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada domingo, San Pablo, España, 1995, p. 486)
No hay comentarios:
Publicar un comentario