En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
alabarte, bendecirte y darte gracias siempre y en todo lugar,
Dios eterno, Dios uno y trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo,
porque tu amor al hombre es tan grande que la segunda persona,
Cristo Jesús, fiel reflejo e imagen visible del Dios invisible,
se hizo uno de nosotros y nos ofreció la salvación por la fe.
Desde entonces la gracia de Jesucristo, el amor del Padre
Y la comunión del Espíritu Santo son oferta perenne del Dios uno,
que nos introduce en su círculo trinitario como hijos suyos.
Concédenos, Señor, mantener siempre tu gracia y tu amistad,
para saber vivir en comunión con todos nuestros hermanos.
Amén
(Tomado de B. Caballero: La Palabra cada Domingo, San Pablo, España, 1993, p. 106)
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