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Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

sábado, 25 de marzo de 2017

EL PAPA FRANCISCO RECIBIÓ AYER A LOS LÍDERES EUROPEOS EN EL VATICANO

El Papa Francisco saludando al primer ministro italiano Paolo Gentiloni, durante la audiencia con motivo del 60 aniversario del Tratado de Roma, ayer, en El Vaticano.

Francisco recibió ayer a los líderes europeos en el Vaticano y pone en evidencia sus propias contradicciones.

El Papa recibió ayer viernes en el Vaticano a los líderes europeos en calidad de jefe de Estado, y se esperaba que no iba a ser muy diplomático en su alocución,  tras la que pronunció en el Parlamento Europeo hace más de dos años. 

Y sí, sin duda Francisco les volvió a leer la cartilla. Pero lo que nadie esperaba es que les leyera su propia cartilla.

Los líderes europeos celebran hoy sábado, en Roma, el 60 aniversario de la Firma de los Tratados de Roma, que supusieron el origen de la actual Unión Europea.

Y lo que precisamente el Papa hizo este viernes fue recordar las palabras que en 1957 pronunciaron los fundadores de aquella primera Comunidad Económica Europea para demostrar que los actuales líderes de la UE están pisoteando sus propios principios fundacionales

Aunque ahora los conmemoren, Jorge Mario Bergoglio no les pudo dejar más en evidencia.

"La Comunidad Económica Europea sólo vivirá y tendrá éxito si, durante su existencia, se mantiene fiel al espíritu de solidaridad europea que la creó y si la voluntad común de la Europa en gestación es más fuerte que las voluntades nacionales", leyó el Papa, parafraseando lo que el primer ministro de Luxemburgo Bech dijo el 25 de marzo de 1957, en el momento de la firma de los Tratados de Roma. 

Y también recordó las palabras que, por ejemplo, pronunció el ministro de Asuntos Exteriores francés Pineau, que afirmó: "Sin duda, los países que se van a unir no tienen intención de aislarse del resto del mundo y erigir a su alrededor barreras infranqueables".

Francisco se dirigió en italiano a los jefes de Estado y Gobierno europeos, desde un atril, con gesto serio: "En un mundo que conocía bien el drama de los muros y de las divisiones, se tenía muy clara la importancia de trabajar por una Europa unida y abierta", afirmó.

Ésa fue la primera crítica. Hacía referencia a la gran brecha que dejó la Segunda Guerra Mundial. "¡Cuánto se ha luchado para derribar ese muro! Sin embargo, hoy se ha perdido la memoria de ese esfuerzo", lamentó en clara alusión a una Europa en la que se vuelven a levantar barreras. Esta vez para frenar la llegada de inmigrantes y refugiados que huyen de la guerra.

"Solidaridad", que es lo que los firmantes de los Tratados de Roma reivindicaron en su día, es lo que el Pontífice también defendió para la Europa actual como "el antídoto más eficaz contra los modernos populismos". 

De hecho, es la palabra que Francisco más repitió durante su intervención. "Políticas que hagan crecer a toda la Unión en un desarrollo armónico, de modo que el que corre más deprisa tienda la mano al que va más despacio, y el que tiene dificultad se esfuerce para alcanzar al que está en cabeza", detalló el pontífice lo que, para él, significa una Europa solidaria. "Los populismos, al contrario, florecen precisamente por el egoísmo, que nos encierran en un círculo estrecho y asfixiante", añadió.

El pontífice también recordó que los fundadores de la Comunidad Económica Europea se mostraban "animados por la esperanza de un futuro mejor", a pesar de que "habían sobrevivido a un conflicto devastador". En cambio, destacó, "nuestra época está dominada por el concepto de crisis", poniendo de manifiesto una nueva contradicción. ¿No debería ser lo contrario?

Por eso, Francisco animó a encarar la actual "crisis" como "un tiempo de oportunidades". Y sobre todo, advirtió de que la UE está condenada a renovarse o morir. 

Pero palabras tan duras, no las pudo decir de manera más poética: "Los 60 años se consideran hoy como el tiempo de la plena madurez. Una edad crucial en la que estamos llamados de nuevo a revisarnos", afirmó. 

"También hoy, la UE está llamada a un replanteamiento, a curar los inevitables achaques que vienen con los años y a encontrar nuevas vías para continuar su propio camino", añadió para concluir: "Sin embargo, a diferencia de un ser humano de 60 años, la UE no tiene ante ella una inevitable vejez, sino la posibilidad de una nueva juventud".



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