Apenas desembarcados, los reconocieron.
En tiempos de Jesús el país de Judá esperaba con ansias al Salvador de Israel, lo que les hacía estar atentos a cualquier señal.
Y Jesús empezó su vida pública, empezó a predicar y a mostrarnos el Reino. Ya no podía ir a ningún sitio sin que lo reconocieran.
Lo que nos distingue (o lo que debería distinguirnos) a sus seguidores es el amor. Todo el que nos viera debería reconocer que somos cristianos por el amor que profesamos al prójimo a ejemplo del Maestro
Feliz semana
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