Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

jueves, 16 de julio de 2015

AUDIO Y TEXTO: MENSAJE DEL PAPA A LOS JÓVENES EN COSTANERA SOBRE LA LIBERTAD

ASUNCIÓN, 12 Jul. 15 - Este es el discurso que el Papa Francisco improvisó ante los cientos de miles de jóvenes reunidos en la Costanera, en el que habló sobre la importancia de la libertad, de la solidaridad, la verdadera amistad y la importancia de hacer lío de manera organizada.
A continuación la transcripción completa del discurso del Santo Padre:
Queridos jóvenes, buenas tardes. Después de haber leído el Evangelio, Orlando se acercó a saludarme y me dijo: “Te pido que reces por la libertad de cada uno de nosotros, que rece por la libertad de cada uno de nosotros de todos”. Es la bendición que pedimos ahora todos juntos, la libertad. Porque la libertad es un regalo que nos da Dios pero hay que saber recibirlo, hay que saber tener el corazón libre.
Porque todos sabemos que en el mundo hay tantos lazos que nos atan el corazón y no dejan que el corazón sea libre: la explotación, la falta de medios para sobrevivir, la drogadicción, la tristeza, todas esas cosas nos quitan la libertad. Así que todos juntos, agradeciéndole a Orlando que haya pedido esa bendición, tener un corazón libre, un corazón que pueda decir  lo que piensa, que pueda decir lo que siente y que pueda hacer lo que piensa y  lo que siente, ese es un corazón libre. Y eso es lo que vamos a pedir todos juntos, esa bendición que Orlando pidió para todos.
Repitan conmigo (Santo Padre invita a rezar todos juntos)
Todos:  Señor Jesús dame un corazón libre, que no sea esclavo de todas las trampas del mundo,  que no sea esclavo de la comodidad, del engaño, que no sea esclavo de la buena vida, que no sea esclavo de los vicios, que no sea esclavo de una falsa libertad de hacer lo que me gusta en cada momento.
Gracias Orlando por hacernos caer en la cuenta de que tenemos que pedir un corazón libre, pídanlo todos los días.
Ya hemos escuchado dos testimonios, el de  Liz y el de Manuel. Liz nos enseña una cosa, así como Orlando nos enseñó a rezar para tener un corazón libre. Liz con su vida nos enseña que no hay que ser como Poncio Pilato, lavarse las manos. Liz podría haber tranquilamente puesto a su mamá en un asilo y a su abuela en otro asilo y vivir su vida de joven divirtiéndose, estudiando lo que quería. Y  Liz dijo no... la abuela, la mamá,  y Liz se convirtió en sierva, en servidora  y si quieren más fuerte todavía, en sirvienta de la mamá y de la abuela y lo hizo con cariño.
Decía ella que hasta se cambiaron los roles y ella terminó siendo la mamá de su mamá del modo cómo la cuidaba. Su mamá con esa enfermedad (Alzheimer) tan cruel que confunde las cosas y ella quemó su vida hasta ahora, hasta los 25 años, sirviendo a su mamá y a su abuela. ¿Sola? No Liz no estaba sola.
Ella dijo dos cosas que nos tienen que ayudar. Habló de un ángel, de una tía que fue como un ángel y habló del encuentro con los amigos los fines de semana, con la comunidad juvenil de evangelización, del grupo juvenil que alimentaba su fe. Y esos dos ángeles, esa tía que la custodiaba y ese grupo juvenil le daba más fuerza para seguir adelante. Y eso se llama solidaridad. ¿Cómo se llama? (todos responden al Papa: solidaridad). Cuando nos hacemos cargo del problema de otro. Y ella encontró allí un remanso para su corazón cansado.
Pero hay algo que se nos escapa. Ella no dijo  “bueno hago estoy y nada más”. Ella estudió y es enfermera y para hacer todo eso la ayuda la solidaridad que recibió de ustedes del grupo de ustedes, que recibió de esa tía que era como un ángel, la ayudó a seguir adelante.
Y hoy a los 25 años tiene la gracia que Orlando nos hacía pedir. Tiene un corazón libre. Liz cumple el cuarto mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”. Liz muestra su vida, la quema en el servicio a su madre. Es un grado altísimo de solidaridad, es un grado altísimo de amor, un  testimonio.
Padre ¿entonces se puede amar? Ahí tiene a alguien que nos enseña a amar. Primero libertad, corazón libre, segundo solidaridad para acompañar. Solidaridad. Eso es lo que nos enseña este segundo testimonio. Y a Manuel no le regalaron la vida. Manuel no es un nene bien, no fue  un nene, un muchacho a quien la vida le fue fácil. Dijo palabras duras. Fui explotado, fui maltratado, a riesgo de caer en las adicciones. Estuve solo. Explotación, maltrato y soledad. Y en vez de salir a hacer maldades, en vez de salir a robar se fue a trabajar, en vez de salir a vengarse de la vida, miró adelante. Manuel usó una frase linda: “pude salir adelante, porque la situación en la que yo estaba era difícil hablar de futuro”.
¿Cuántos jóvenes, ustedes hoy tienen la posibilidad, de estudiar, de sentarse a la mesa con la familia todos los días, tienen la posibilidad de que no les falte lo esencial. Cuántos de ustedes tienen eso? Todos juntos, lo que tienen eso digan: Gracias Señor.
Gracias Señor porque acá tuvimos un testimonio de un muchacho que desde chico supo lo que es el dolor la tristeza, que fue explotado, maltratado, que no tenía que comer y que estaba solo. Señor salva a esos chicos y chicas que están en esa situación. Y para nosotros Señor, gracias, gracia Señor. (El Papa invita a todos a decir: Gracias Señor).
Libertad de corazón, ¿se acuerdan? Libertad de corazón, lo que nos decía Orlando: servicio, solidaridad. Lo que nos decía Liz: esperanza, trabajo, luchar, salir adelante, lo que nos decía Manuel. Como ven la vida no es fácil para muchos jóvenes y esto quiero que lo entiendan, quiero que se lo metan en la cabeza.
Si mi vida es relativamente fácil, hay otros chicos y chicas que no les es relativamente fácil, más aún, que la desesperación los empuja a la delincuencia, los empuja al delito, los empuja  a colaborar con la corrupción. A esos chicos, a esas chicas les tenemos que decir que nosotros le estamos cerca, que queremos darle una mano, que queremos ayudarlos con solidaridad, con amor, con esperanza.
Hubo dos frases que dijeron los dos que hablaron: Liz y Manuel, dos frases que son lindas, escúchenlas. Liz dijo que empezó a “conocer a Jesús”. ¡Conocer a Jesús! y eso es abrir la puerta a la esperanza. Y Manuel dijo: “conocí a Dios, mi Fortaleza”. Conocer a Dios es fortaleza, o sea, conocer a Dios, acercarse a Jesús es esperanza y fortaleza; y eso es lo que necesitamos de los jóvenes hoy: jóvenes con esperanza y jóvenes con fortaleza, no queremos jóvenes debiluchos, jóvenes que están “ahí no más”, ni sí ni no, no queremos jóvenes que se cansen rápido y que vivan cansados, con cara de aburridos.
Queremos jóvenes fuertes, queremos jóvenes con esperanza y con fortaleza ¿por qué? porque conocen a Jesús, porque conocen a Dios, porque tienen un corazón libre. Corazón libre, repitan, [y los jóvenes repiten] solidaridad, trabajo, esperanza, esfuerzo, conocer a Jesús, conocer a Dios mi fortaleza. Un joven que viva así ¿tiene la cara aburrida? (Pregunta el Papa) ¡No! (Responden los jóvenes). ¿Tiene un corazón triste? (Pregunta el Papa) ¡No! (Responden los jóvenes). Ese es el camino, pero para eso hace falta sacrificio, hace falta andar contracorriente.
Las Bienaventuranzas que leímos hace un rato son el plan de Jesús para nosotros. El plan, es un plan contracorriente. Jesús les dice: “Felices los que tienen alma de pobre”. No dice felices los ricos, los que acumulan plata. Los que tienen el alma de pobre, los que son capaces de acercarse y comprender lo que es un pobre. Jesús no dice felices los que lo pasan bien sino que dice felices los que tienen capacidad de afligirse por el dolor de los demás. Y así, yo les recomiendo que lean después en casa las Bienaventuranzas que están en el capítulo quinto de San Mateo. ¿En qué capítulo están? (Pregunta el Papa)¡Quinto! (Responden los jóvenes) ¿De qué evangelio? (Pregunta el Papa) San Mateo (Responden los jóvenes). Léanla y medítenla que les va a hacer bien.
Yo te agradezco Liz, que andas por aquí, supongo. Te agradezco Manuel ¿por dónde andas metido?  y te agradezco Orlando (El Papa los busca con la mirada). Corazón libre es lo que les deseo. Y me tengo que ir. ¡No! (Responden los jóvenes).
El otro día, un cura en broma me dijo: “Sí, usted siga aconsejándole a los jóvenes que hagan lío, siga, siga... pero después los líos que hacen los jóvenes los tenemos que arreglar nosotros”. ¡Hagan lío! pero también ayuden a arreglar y organizar el lío que hacen. Las dos cosas ¿eh? Hagan lío y organícenlo bien. Un lío que nos dé un corazón libre, un lío que nos dé solidaridad, un lío que nos dé esperanza, un lío que nazca de haber conocido a Jesús y de saber que Dios a quien conocí es mi fortaleza. Ese es, debe ser, el lío que hagan.
Como sabía las preguntas porque me las habían pasado antes, había escrito un discurso a ustedes para dárselos, pero los discursos son aburridos así que se lo dejo al señor Obispo  encargado de la juventud para que lo publique.
Y ahora, antes de irme les pido: Primero, que sigan rezando por mí, segundo, que sigan haciendo lío, tercero que ayuden organizar el lío que hacen para que no destruyan nada. Y todos juntos ahora en silencio, vamos a elevar el corazón a Dios, cada uno:
Señor Jesús, cada uno desde su corazón en voz baja repita las palabras.
Señor Jesús, te doy gracias por estar aquí, te doy gracias porque nos diste hermanos como Liz, Manuel y Orlando. Te doy gracias porque nos diste muchos hermanos que son como ellos, que te encontraron Jesús, que te conocen Jesús, que saben que Tú, su Dios eres su fortaleza.
Jesús, te pido por los chicos y chicas que no saben que Tú eres su fortaleza y que tienen miedo de vivir, miedo de ser felices, miedo de soñar.
Jesús, enséñanos a soñar, a soñar cosas grandes, cosas lindas, cosas que aunque parezcan cotidianas son cosas que engrandecen el corazón. Señor Jesús, danos fortaleza, danos un corazón libre, danos esperanza, danos amor y enséñanos a servir. Amén
Ahora les voy a dar la bendición y les pido por favor que recen por mí y que recen por tantos chicos y chicas que no tienen la gracia que tienen ustedes de haber conocido a Jesús que les da esperanza, les da un corazón libre, y los hace fuertes y, que los bendiga Dios Todopoderoso, el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo.

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