Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes

Todos los domingos por la mañana, Eucaristía con los jóvenes
Altar. Capilla Ntra Sra. del Rosario.

viernes, 14 de marzo de 2014

LECTURAS DEL II DOMINGO DE CUARESMA (A)


PRIMERA LECTURA
Vocación de Abraham, padre del pueblo de Dios
Lectura del libro del Génesis 12, 1-4a

En aquellos días, el Señor dijo a Abraham:

-«Sal de tu tierra y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.»
Abraham marchó, como le había dicho el Señor.

Palabra de Dios.



Salmo responsorial 

Sal 32, 4-5. 18-19. 20 y 22 (R.: 22) 
R. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R.

SEGUNDA LECTURA
Dios nos llama y nos ilumina
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10

Querido hermano:

Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. 
Él nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestros méritos, sino porque, desde tiempo inmemorial, Dios dispuso darnos su gracia, por medio de Jesucristo; y ahora, esa gracia se ha manifestado al aparecer nuestro Salvador Jesucristo, que destruyó la muerte y sacó a la luz la vida inmortal, por medio del Evangelio.

Palabra de Dios.

Aleluya
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.»

EVANGELIO

Su rostro resplandecía como el sol
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
-«Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
-«Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.»
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
-«Levantaos, no temáis.»
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Palabra de Dios.

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